Un hijo de nuestro tiempo fue publicada en 1938, después de Juventud sin Dios, que yo leí hace cuatro años. En ésta la acción gira en torno a un profesor que corrige a un alumno cuando dice que los negros son infrahumanos y el propio centro educativo reprende al profesor; en aquélla es la vida de un joven soldado, cuya mente evoluciona de la fe ciega al descubrimiento de la libertad. Es interesante pensar que von Horváth evolucionaba, pues, pensando que podía haber chicos que habían sufrido el lavado cerebral propio del nazismo y acabaran por tener criterio propio. El resultado final, en todo caso, es desesperanzador puesto que el joven soldado muere congelado, abandonado de todos y de sí mismo.
Desde el punto de vista formal, von Horváth tiene una prosa rapidísima, sin casi adjetivación y sin oraciones subordinadas. Es notable la "destrucción" del párrafo para convertir a las oraciones en párrafos, el resultado es, como escribí hace cuatro años, que "convierte cada frase en un proyectil infalible que golpea al lector".
No es una lectura fácil para aquel que tenga suficiente sensibilidad para entender la sociedad humana, de ahora y de siempre, esa sociedad adocenada y uniformada que no premia por desarrollar independencia de pensamiento sino todo lo contrario. Así, los centros educativos (todos, desde la guardería hasta la universidad) promueven la mediocridad y la homogeneidad en lugar de la excelencia y la independencia de pensamiento entre los alumnos, creando una sociedad de borregos en lugar de una de humanos. ¡Y así nos luce el pelo!
En Un hijo de nuestro tiempo los personajes principales están innombrados, probablemente para dar más sensación de inhumanidad y de gregarismo. El principal es el soldado que narra en primera persona, como en un diario pero sin fecha, sus experiencias desde que se alista como voluntario en el ejército alemán hasta su muerte por congelación y emaciación. En un primer momento se muestra a un chico firme en sus creencias militaristas y ultranacionalistas que ha encontrado en el ejército un lugar para huir del desempleo y el hambre; se siente superior al resto de la sociedad, aunque sea un soldado raso. El cumplimiento sistemático e inopinado de las órdenes recibidas lo tranquiliza, le permite comer y dormir; en consecuencia, considera pensar como una actitud peligrosa, algo que sus superiores ya le han inculcado. Ve en el capitán un dechado de virtudes que trata de emular, una verdadera figura paterna, tan distinta del padre biológico que desprecia su belicosidad jingoísta.
En una acción bélica (según la traductora, Berta Vias Mahou, se intuye que en la Guerra Civil española, probablemente formando parte de la Legión Cóndor) es herido en un brazo, herida que lo devuelve a la cruda realidad: es despachado sin honores de su compañía, vuelve a ser un paria aunque sea con uniforme. En la misma batalla en la que fue herido el capitán murió, dándole antes una carta para su mujer. El soldado busca y entrega la carta a la mujer del capitán; al entregar la carta se entera de que el otrora valiente capitán en realidad se había suicidado explicando en la carta que se habían convertido en bestias que sólo sabían arrasar, robar y matar a niños y mujeres. En un arrebato de repulsa, la viuda del capitán se acuesta con el chico. Aquí, en mi opinión hay una interpretación freudiana fácil, ya que el chico veía en el capitán esa figura paterna a la que imitar, después lo mata de forma figurada al repudiarlo y se acuesta con su viuda (su madre), es decir un complejo de Edipo.
El título de la novela se explica porque, en la carta de despedida, el capitán dice que se suicida porque es un hombre de honor, no "un hijo de nuestro tiempo" que comete todo tipo de tropelías y salvajadas.
Tras su desmovilización, el soldado empieza a entender que ha sido utilizado, que no era más que un simple peón sacrificable en el gran ajedrez de la vida, que el supuesto honor militar no es más que la cobardía del que necesita pertenecer a un grupo para sentirse seguro, protegido.
En un último giro de tuerca el soldado busca a una antigua amiga que trabajaba en un circo ambulante. Se entera de que ha sido despedida por quedarse embarazada. Trata de buscar explicaciones del jefe que la despidió, es un enano. La parodia de von Horváth hace que el enano se convierta en un líder (un führer) que repite las estupideces nacionalsocialistas como que el individuo carece de importancia y lo importante es el sacrificio por la patria. En definitiva, el enano grandilocuente no es otro que Adolf Hiltler.
Finalmente, muere congelado en un parque. La última frase es lapidaria: "Piénsalo. No puedo hacer otra cosa. No fue más que un hijo de su tiempo".
Es una extraordinaria novela, muy dura, pero muy interesante. Von Horváth muestra la estupidez de las ideologías que promueven el sacrificio del individuo en aras de la colectividad (la patria), ya sea el nacionalsocialismo o el comunismo.







