Cuarta novela de Perutz que leo. Y, con mucho, la peor. Parece ser que fue publicada cuando su autor sólo contaba con veintiséis o veintisiete años, con lo que puede considerarse una obra de juventud, una novela escrita cuando su personalidad de escritor todavía no se había desarrollado plenamente. No sé, se me ocurre esto, otra posibilidad es, simplemente, que la novela es rematadamente mala. Aunque, a decir verdad, ya se aprecian las características que hacen de De noche, bajo el puente de piedra o de ¿Adónde vas, manzanita? las mejores novelas que he leído del praguense. Por ejemplo, el afán de encontrar algo mágico, inexplicable o anómalo en una narración histórica que, sin ello, sería incluso anodina. Si es verdad que Perutz y Lernet-Holenia tuvieron una cierta amistad e incluso una estrecha colaboración profesional, como se insinúa actualmente, ambos pudieron optar por una literatura principalmente histórica pero que tuviera el mordiente de algo extraño, insólito, que le diera ese atractivo del que las meras narraciones históricas carecen. No sé, es eso o la inexperiencia del escritor novel.
El argumento se sitúa en el Nuevo Mundo, en época de la conquista del Tenochtitlan azteca a manos de Hernán Cortés. La narración es en primera persona, del hidalgo Grumbach, un noble alemán al servicio del emperador Carlos V. Grumbach huye de Europa para escapar a la persecución del emperador y la imposición del catolicismo en sus dominios. En América, Grumbach y sus campesinos germanos pueden practicar su luteranismo sin miedo a represalias, cultivar tierras e incluso establecer relaciones amistosas con los indios. Por cierto, un inciso, aquí Perutz ahonda en lo que se ha llamado "Leyenda negra española", esa tendencia historiográfica en la que los españoles y la cultura hispana eran pérfidos, responsables de todos los males que acaecen a la humanidad. Tan evidente es esto, que Hernán Cortés y sus tropas son descritos como animales sedientos de sangre y oro, capaces de las mayores tropelías, asesinatos, violaciones y brutalidades que un ser humano puede cometer. Frente a ellos, los alemanes son retratados como humanitarios europeos, deseosos de compartir sus conocimientos con los indios e incluso asociarse con ellos de buena fe para aumentar sus riquezas. En fin, los que me conocen saben que no soy del tipo patriotero que abunda por estos lares, con lo que estoy libre de la sospecha de tendenciosidad chovinista ante lo que es una narración puerilmente inverosímil como la que pretende imponer ahora (la de los indios, seres de luz, invadidos por salvajes europeos, demonios con forma humana). Bien, al margen de sesgos jingoístas, la narración continúa con la escasa tropa germánica tratando de defender a los indios en contra de Cortés. Para ellos han de proveerse de armas, algo que el conquistador había prohibido. Conseguirán un arcabuz del verdugo español, un tal García Navarro, el cual echará una maldición al alemán (tal vez aquí esté lo más fantástico de la novela), que consiste en que, de tres balas, una matará a Moctezuma, otra a Dalila (amante india de Grumbach) y la última al propio alemán. Grumbach, por su parte, asegurará que la primera bala matará a Cortés, la segunda al duque de Mendoza, y la tercera al verdugo. Como se ve, esto explica el título de la novela. Tras mil y un avatar, la distribución de las balas será como la maldición había predicho
Leo Perutz. Imagen tomada del sitio www.stifterhaus.at
En fin, una novela histórica clásica, según yo la veo. El elemento fantástico, característico de Perutz, es muy débil por no decir casi inexistente. Leeré algo más de este autor para contrarrestar el mal sabor de boca que me ha dejado esta novela.

