miércoles, 3 de septiembre de 2025

"Dersu Uzala", de Vladimir Arseniev.

  Otra novela o diario de aventuras, como las del conde Almásy en el Oasis de Zarzura, los siete años en el Tíbet de Heinrich Harrer o la navegación en el "Kon-Tiki" de Thor Heyerdahl. Igual que el húngaro, el austriaco y el noruego, el ruso tampoco era un escritor profesional, lo cual, obviamente, se nota en todo momento. No son textos en los que buscar la excelencia literaria, la prosa es bastante ramplona y se centra en la narración de las aventuras, no en la descripción de personajes o en el desarrollo de temas y argumento. Con todo, ninguna de las cuatro "novelas de exploración" que he leído deja mal sabor de boca para alguien que busca un mínimo en esa calidad literaria. Tal vez los editores pulieron los textos, eliminando lo más rechazable, no sé, pero el resultado es más que aceptable.
 Dersu Uzala, todos lo sabrán ya, es el nombre de un cazador de principios de siglo XX en el confín oriental de lo que entonces era el Imperio ruso. Se trata, cuando tiene lugar la narración, de un hombre de cincuenta y tantos años, de etnia gold o nanái. Ese cazador servirá de guía por la cuenca del río Ussuri (afluente del Amur) al capitán Vladimir Arseniev y su pequeño destacamento. El libro refleja las experiencias en esa naturaleza tan agreste, así como las vivencias de todo el grupo, especialmente de Dersu, un tipo analfabeto con un inmenso corazón de oro.
 Las "aventuras vividas" (como llaman los de Grijalbo a su colección) son de una dureza extrema, la vida de Arseniev y su destacamento están en riesgo en numerosas ocasiones, principalmente por el frío terrible al que están sometidos, las agresiones de ladrones y secuestradores, así como los ataques de fieras salvajes (tigres y osos, mayormente). Las labores de  Dersu Uzala como guía son imprescindibles para la supervivencia del grupo de militares, pero lo que más destaca es su compenetración con la naturaleza. El cazador conoce cada rastro animal hasta el punto no sólo de identificar al animal, sino de asegurar cuanto tiempo pasó por allí y si puede ser cazado o no; predice también el tiempo meteorológico con una precisión asombrosa; y consigue alimento para todos los soldados. Sin embargo, lo más destacable de Dersu es su enorme humanidad: es de una sencillez inabarcable, incapaz de ejercer maldad alguna, algo que enamora a los maleados militares. La brutal severidad en la vida del cazador no lo ha convertido en un ser resentido y rencoroso, sino todo lo contrario, su amabilidad y generosidad no conoce límites, hasta el punto de poner en peligro su vida para salvar la de los otros. Así, la novela es una oda a la naturaleza y el mundo salvaje, pero también a la bondad sin doblez que frecuentemente halla su refugio en el corazón de los más humildes.
 Como tantos otros, un servidor descubrió esta extraordinaria historia a través de la película homónima de Akira Kurosawa, rodada en 1975. Tras haber leído la novela que la inspiró, sólo cabe destacar la notable fidelidad del gran director japonés, porque la gran calidad de la fotografía y de los actores ya había quedado acreditada.
 Parece ser que esta novela fue casi clásico de obligada lectura para jóvenes en Rusia desde su publicación en 1921 hasta la actualidad, independientemente de los complejos avatares políticos por los que ha pasado ese país. Y lo cierto es que lo entiendo plenamente, pues sus páginas destilan un amor a la naturaleza y a la amistad que está muy por encima de toda batahola política que siempre ha ensuciado el corazón de los hombres.