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miércoles, 29 de octubre de 2025
"Poetic Justice", by Grant Snider (www.incidentalcomics.com).
"Una letra femenina azul pálido", de Franz Werfel.
Segunda novela que leo de Werfel, obtengo misma sensación que la anterior, Reunión de bachilleres, la de estar ante un dotadísimo escritor, capaz de describir la psicología de sus personajes como sólo los grandes maestros saben. Es fácil comparar esa prosa culta, reposada, profusamente adjetivada y elegante con la de Stefan Zweig. Por aquello de los intereses editoriales, Zweig ha sido (muy justamente, por supuesto) publicitado y promovido ante los lectores cultos (diferénciese éstos de los que leen premios Planeta y otras memeces), y otros como Werfel, no. Esto supone que, mientras las novelas, relatos y ensayos de Stefan Zweig se pueden adquirir con facilidad (en España, reeditados por la editorial Acantilado, principalmente), los de Franz Werfel están descatalogados, teniendo que recurrir a los fondos de biblioteca y a librerías de viejo para poder encontrar algo. Una pena, porque ambos escritores coinciden no sólo en su nacionalidad, austrohúngara inicialmente; su lengua de expresión escrita, el alemán; o su condición de judíos, no practicantes en ambos casos; sino que además destacaron en la minuciosa descripción de los cambios psicológicos de sus protagonistas. Una letra femenina azul pálido no iba a ser menos. En esta novela la evolución emocional del personaje, Leónidas, ocupa el grueso de la misma, los hechos acontecidos no son tan importantes como la reacción del personaje, los cambios interiores que se producen en su psique. Werfel, de forma maestra, los describe con meticulosidad y detalle, creando un personaje perfectamente redondo y verosímil.
En Una letra femenina azul pálido un alto funcionario, gris y rutinario, Leónidas, casado con una dama de alta alcurnia cuya familia posee una gran fortuna, recibe una carta de una antigua amante, Vera, en la que le pide un favor para un chico de diecisiete años. Este simple hecho provoca una catarata de recuerdos y emociones en el protagonista, que evoca como tuvo una relación con esa tal Vera Wormster, relación que acabó de forma abrupta. Ahora, cavila León, ese joven para el que pide ayuda tiene que ser su hijo, que Vera crio en total soledad, sin siquiera informarle de su existencia. Por la cabeza del funcionario pasan todo tipo de sentimientos, desde la culpa por haberse desentendido de la suerte de su antigua amante hasta la preocupación por el destino de su matrimonio, puesto en brete ante la nueva revelación. La anodina y monótona vida de Leónidas sufre un vuelco cuando comienza a imaginar qué habrá de hacer o qué supondrá la llegada de este hijo, recién nacido a sus ya diecisiete años. Por otro lado, Amelie, su esposa, comienza a sospechar algo por los cambios de comportamiento de su marido, pero lo achaca a cambios propios de la edad. Tras todo tipo de zozobras, León decide entrevistarse con Vera. Ésta, controlando en todo momento la situación, se sorprende por el desasosiego y ansiedad que presenta su antiguo amante. En un momento dado, León incluso insinúa que se hará cargo de la manutención, no sólo del chico, sino también de su madre. Vera, pasmada ante esa salida, le informa de que el joven no es hijo suyo, sino de una amiga fallecida, quien le encargó que lo cuidara. De nuevo otro torrente anímico en León, quien siente desde el alivio de saberse libre de cargas y deberes hacia ese chico hasta la desilusión de haber perdido un hijo adolescente del que apenas sabía nada unos días antes. Vera Wormster es una mujer decidida y sin complejos, a diferencia de León, le dice que, efectivamente tuvo un hijo suyo, de Leónidas, pero que falleció en su primera infancia a causa de una meningitis. En todo caso, Vera tiene ya decidido expatriarse a Estados Unidos, huyendo del nacionalsocialismo, que comienza a tomar poder en Austria. Y otra vez el funcionario vuelve al desasosiego emocional, añorando un hijo que murió al poco de nacer y al que nunca llegó a conocer, pero se consuela sabiendo que su vida actual no sufrirá cambio alguno. La novela culmina con la pareja, León y Amelie, en la ópera, volviendo a sus "obligaciones sociales" habituales, con una vida cómoda, gris y aburrida.
Los hechos antes narrados son los detonantes de las borrascas anímicas que León sufre. Son estos trastornos, estas fluctuaciones, estas cataratas anímicas la base de la novela. Como decía antes, Franz Werfel es un maestro en la descripción psicológica de sus personajes, algo muy difícil de conseguir, sólo al alcance de los mejores escritores de cualquier época.
Por cierto, el antisemitismo, explicado más desde el punto de vista del individuo que siente que su país de siempre se vuelve hostil contra él mismo por el hecho de provenir de una cultura y religión minoritaria en el mismo, también tiene su papel en la novela, aunque sea de refilón. Werfel, ya lo dije, era judío de origen, no practicante en absoluto, pero hubo de salir precipitadamente de Austria, recalando primero en Francia y posteriormente en Estados Unidos, donde moriría de un infarto de miocardio. Ese antisemitismo es expuesto con todo sus estereotipos en la persona de Vera y, principalmente, su padre, quien es presentado como un "intelectual israelita" interesado por los avances científicos y desligado de la religión y la tradición de su grupo social.
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