Hay que cumplir con lo que se dice, aunque no sean promesas y se diga como de pasada y sin verdaderamente desearlo. Dije hace poco que aunque no me acaba de gustar Modiano, reconozco que tiene algo extraño que me atrae y me incita a leerlo. Sí, es verdad que sus novelas (todas muy cortas, la mayoría más relatos que novelas) son muy ligeras y tienen poca enjundia; también es verdad que sus personajes son demasiado evanescentes y están poco definidos; y, en última instancia, aseveré, y no lo retiro, que no me parece que estuviera justificado el Premio Nobel que le concedieron en 2014. Pero, a pesar de todo, aquí está otra novela más, esta publicada en 1992, Un circo pasa, una novela de mayor calidad en cualquier caso que la anterior, aunque sus características son siempre las mismas: ambientada en París, narrada en primera persona por un joven que sale de la adolescencia, relaciones extrañas y peligrosas que el protagonista establece con tipos patibularios... El título de la novela hace referencia a que el marido de la protagonista trabajó en un circo, pero, echándole imaginación, también puede hacer referencia a algo que pasa sin dejar mucha huella, como las relaciones y avatares que sufren los personajes de Modiano, no sé, es una hipótesis...
Argumento de Un circo pasa: Jean es un adolescente al que sus padres han abandonado a su suerte (el padre se va a Suiza y la madre al sur de España), malvive en París con trabajos mal remunerados conviviendo con un amigo y socio de su padre. Conoce a una chica, ligeramente mayor que él que, a su vez, trata con gente de más edad y condiciones de vida cercanas al ámbito delincuencial. Sus vidas se encuentran en una situación cuando menos compleja, aunque, como siempre, Modiano lo narra sin dramatismos. Todos los tratos que se deparan son poco intensos, ninguno sabe realmente quién es el otro, simplemente se juntan en determinados pisos y bares. Uno de esa pandilla propone a los jóvenes un encargo: han de atraer hacia él a un tipo al que no conocen. Cobrarán por ello. Las amistades son siempre muy laxas, pero inquietantes, tanto que los chicos se empiezan a angustiar y planean dejar París, aprovechando que han prometido a Jean un trabajo en una librería francesa en Roma. Para aumentar la intriga y el desasosiego, un supuesto policía habla con Jean para asegurarle que corre riesgo con esas amistades, especialmente con la chica, la cual, supuestamente, estuvo casada (eso ya lo sabía él), había cometido varios delitos e incluso había pasado por la trena. Cuando ya están a punto de coger el tren para la capital italiana, la joven tiene un accidente mortal con el coche que les habían prestado la inusual banda. Ahí acaba todo, sin conclusión verdadera.
Es, verdaderamente, una novela muy "modianesca", con esa sensación de vidas irreverentes, evanescentes y vaporosas que uno lee como en una suerte de inquietante sueño. Otra más, quedan pocas.

