viernes, 22 de agosto de 2025

"Real Talk", by Grant Snider (www.incidentalcomics.com)

 

Images taken from the website www.incidentalcomics.com

"Historia de una demencia colectiva", de Friedrich Reck-Malleczewen

  El escritor alemán Friedrich Reck-Malleczewen (1884-1945) probablemente no hubiera pasado a la historia de la literatura si no hubiera sido por su oposición al nazismo y su asesinato (aunque fuera por enfermedad) en el campo de exterminio de Dachau. Su obra más conocida fue Diario de un desesperado, que, como su nombre indica, es un diario sobre las atrocidades que tuvo que ver y sufrir de manos de los nazis. Pero que nadie se confunda, Reck-Malleczewen era un hombre profundamente conservador, de una manera que no existe hoy en día (creo); es decir, alguien que consideraba la evolución y el progreso como el gran enemigo de la humanidad, que aprueba la separación por clases sociales impermeables y las diferentes calidades de vida en función de aquéllas. En esta obra que reseño hay abundantes muestras de un pensamiento un tanto arcaizante, que consideraba, por ejemplo, que el Renacimiento fue un atraso, pues impidió la vivencia normal del "hombre gótico", o que la separación Iglesia Estado provocó más defectos que mejoras a nivel político-social. Incluso, según sus biógrafos, la razón última por la que fuera encarcelado en Dachau fue una crítica a la situación económica del país, cuya alta inflación estaba mermando sus ingresos por derechos de autor. En fin, una afirmación como esa, en plena demolición de Europa, con millones de cadáveres recientes (1945) parece, cuando menos, insensible. Todo ello, ya digo, según sus biógrafos.
 En fin, tampoco se trata de juzgar los textos en función de la vida o pensamiento del autor, pues se pueden encontrar libros francamente útiles aunque se discrepe frontalmente de sus argumentos. 
Friedrich Reck-Malleczewen. Imagen tomada del sitio www.vamaaskanthaun.nl
 Por otro lado, desde el punto de vista de la forma, Historia de una demencia colectiva está a medio camino entre la narrativa y el ensayo, pues aunque aparentemente se trata de un relato histórico, el autor no evita hacer todo tipo de juicios personales sobre la situación que describe, anticipándose y proyectándose en el tiempo en que ocurren los hechos. Los hechos que se narran ocurrieron entre 1534 y 1535, en la ciudad de Münster, en el actual estado alemán de Renania del Norte-Westfalia, entonces perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico. Fue la llamada "Rebelión anabaptista de Münster". Se relata, como digo, con la frialdad de un historiador, casi de un notario, pero de cuando en cuando se hacen juicios de valor y se compara con otros hechos históricos. 
 Sucintamente, lo que ocurrió fue que un grupo de fanáticos iluminados procedente en su mayoría de los actuales Países Bajos instauraron lo que ellos llamaron el "Reino de la Nueva Jerusalén" (que no fue, como se verá, sino un régimen de terror) en esa pequeña ciudad alemana. Estos fanáticos, sastres y campesinos la mayoría, acusaban a la "prostituta babilónica" (la Iglesia católica) como a los "desviados luteranos" de haber pervertido la fe cristiana. Ellos querían volver a una visión veterotestamentaria de la fe, haciendo más hincapié, pues, en el Pentateuco que en el Evangelio. Rechazaban el bautismo de infantes (de ahí, claro, el término anabaptista), así como fomentaban la poligamia (poliginia, en concreto) aduciendo que era la organización social de los patriarcas, y promovían la estricta pobreza material. Lo malo fue, claro, que lo impusieron por la fuerza, a sangre y fuego, asesinando a quien no quería participar de su visión religiosa.
 En apenas unos meses, la organización social de Münster queda subvertida, convirtiéndose esos fanáticos neerlandeses en lo líderes de la sufriente comunidad. Muchos huyen de la ciudad, pero otros son asesinados previa tortura para escarnio del resto, con lo que una buena parte de los vecinos también se convierte a la barbarie anabaptista. La pobreza material consiste en la confiscación por la fuerza de cualquier objeto de valor hasta llegar a la penuria extrema, supuesta forma de pureza que facilita el acceso a la Vida Eterna, pero esa penuria no la sufrirán los líderes anabaptistas, claro, ellos se quedarán con buena parte de lo confiscado. La poligamia obligatoria, presunta organización familiar de las épocas patriarcales, consiste en la explotación de la mujer, que es vista como una mera productora de nuevos "soldados de Dios"; las familias establecidas se rompen forzosamente, entregando la mujer a otro hombre y dejando a los hijos sin madre de facto.
 Por supuesto, la organización económica de la población queda deshecha en poco tiempo, con lo que rápidamente empiezan a escasear los alimentos de primera necesidad. De ahí a la hambruna sólo es cuestión de pocos meses. El hambre lleva a la emaciación generalizada de la población y a que ésta caiga en el canibalismo. La depravación moral ya es total. Las autoridades religiosas, militares y políticas (a menudo formando un totum revolutum) del resto del Sacro Imperio deciden intervenir, sitiando la ciudad con un numeroso ejército. En otros pocos meses más, la situación de Münster es insostenible; las tropas católicas y luteranas entran en la ciudad.
 Y entonces se produce la masacre, en este caso por parte de católicos y protestantes, que masacran la ya debilitada población anabaptistas, incluyendo mujeres y niños. Los tres cabecillas de la revolución anabaptistas son juzgados bajo tortura más con afán de alimentar el morbo de saber qué pasó en la ciudad durante esos casi dos años que por esclarecer la verdad. Serán finalmente ejecutados y sus cadáveres expuestos en jaulas que colgarán de la Iglesia de San Lamberto. Esas jaulas, ya sin restos humanos, claro, todavía cuelgan de la torre de la iglesia.
Jaulas colgando en la Iglesia de San Lamberto, Münster. Imagen tomada del sitio www.verdusseldorf.com
 En fin, como se ve, es la historia de una barbarie medieval (en el sentido figurado de brutal y anacrónico, porque es ya la Era Moderna) en la que seres humanos se masacran los unos a los otros por una mera interpretación distinta de la religión. Ha ocurrido decenas de veces, desgraciadamente. El autor, decía antes, refiere otras épocas históricas con semejante derramamiento de sangre, sobre todo con la Revolución francesa y la rusa. Leyéndolo en tiempos más recientes es fácil hacer el paralelismo entre el fanatismo anabaptista y el nacionalsocialista, de hecho, muchos críticos han creído ver en el texto de Reck-Malleczewen una denuncia de la brutalidad nazi, de cómo unos pocos iluminados son capaces (mediante la violencia, pero también  por la persuasión) de pervertir a miles o millones de individuos para cometer las bajezas más viles en nombre de la religión o de la raza, el motivo da igual.
 Quizá esa sea la reflexión más interesante y sobre todo la más útil tras leer Historia de una demencia colectiva: lo fácil que la masa adopta mensajes brutales que llevan a la guerra y a la violencia extrema. Recordemos: el individuo piensa, la masa obedece. Y esto, que ya ha pasado en numerosas ocasiones, puede volver a pasar en cualquier momento.