Me congratulo por poder encontrar, a mis cincuenta y cuatro años, más de cuarenta de ávido lector, con casi dos mil libros en mi casa entre todos los géneros literarios (sobre todo narrativa, pero también poesía, teatro, ensayo y didáctica), con un afán de buscar (quizá por lo perdido que me encuentro en esta zafia sociedad)... me congratulo, digo, por encontrar autores y obras que me sorprenden, entusiasman y enardecen como cuando era un adolescente. Esos "descubrimientos" suponen una nueva razón para que mi maltratado intelecto siga estimulado y mi dañado corazón siga latiendo. De estos últimos, Leo Perutz, del cual había oído hablar a ciertos amigos "letraheridos" como un servidor, pero siempre en relación con otros autores con los que no encuentro gran parecido. Así, se relaciona (parece que incluso eran amigos) con Ödön von Horváth y Alexander Lernet-Holenia. Pero, habiendo leído (y admirado) a estos dos, las diferencias son notables. Von Horváth, al menos en su narrativa, no sé en su teatro, muy abundante, tiene un estilo rapidísimo, casi telegráfico, mientras que sus temas tienen que ver con la guerra, la animalización del hombre por los nacionalismos y la violencia del presente; quizá la prosa de Lernet-Holenia sea más semejante a la de Perutz, aunque los temas también son distintos.
Si he de comparar el estilo de Perutz con algún gran autor lo haré con Isaac Bashevis Singer, pero aclarando que de ser alguno el maestro de otro, lo será Perutz de Singer, pues le sacaba casi veinte años al Premio Nobel de 1978. Al igual que Singer, la prosa de Perutz es lenta, despaciosa, flemática, regodeándose en las descripciones tanto de los personajes como de sus acciones, sin que la narración de hechos quede perjudicada. Por otro lado, parece que los temas de ambos, al menos por esta novela de Perutz, tienen cierta semejanza, pues narran las relaciones complejas, interesantes y variables de las comunidades judías en Europa central y del Este en tiempos pasados. La mayor modernidad de Singer se muestra en la inclusión de relaciones amorosas y sexuales, narradas con pelos y señales, que aportaron el morbo suficiente para que sus novelas fueran éxitos inmediatos, aunque se publicaran por entregas en revistas escritas en yidis. Perutz, a diferencia de Singer, no escribía en yidis sino en alemán, y tuvo menos éxito como escritor, aunque tuvo otras faceta importante en su vida como matemático, aparentemente sin titulación universitaria.
De noche, bajo el puente de piedra, son catorce relatos más un epílogo, todos ambientados en Praga, durante el imperio de Rodolfo II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, sobrino de Felipe II, gran bastión del catolicismo, lo cual no era óbice para que se interesara sobremanera por la alquimia y la hechicería. Los relatos no son consecutivos cronológicamente, saltan anárquicamente desde la muerte de su padre, Maximiliano II, allá por 1576, hasta los que están ambientados tras la muerte de Rodolfo, en 1612. En esos treinta y tantos años se incluyen personajes reales como Johannes Kepler, el astrofísico que luchó contra la concepción geocéntrica en favor del heliocentrismo que se impuso definitivamente; Alberto de Wallenstein, caudillo militar y gran líder en la Guerra de los Treinta Años en el bando católico; o Mordecai Meisl, rico usurero judío de Praga que llegó a endeudar notablemente a toda la nobleza bohemia, emperador incluido. Perutz los mezcla con algunos personajes inventados para dar más verosimilitud a sus relatos, hacerlos más dinámicos, que no queden como mera novela histórica, sino como una fabulación sobre hechos y personajes reales. El resultado es de una brillantez pasmosa, que lo deja a uno entusiasmado leyendo las ocurrentes aventuras de unos personajes ya de por sí harto estrambóticos.
Ya digo, el parecido entre Isaac Bashevis Singer y Leo Perutz es evidente, tanto en su forma como en las temáticas, algo que me no me esperaba descubrir a estas alturas, la verdad. El hecho de no recibir el Nobel ha privado, me temo, a los lectores de reediciones regulares, del todo merecidas; de hecho, la mayor parte de la obra de Perutz está descatalogada y, en las bibliotecas, ya están en depósito. Con todo, buscaré en un futuro próximo, D.M., las pocas obras que de este gran escritor estén traducidas al español.

