Se dice que no debe juzgarse un libro por su portada, pero en realidad no debería juzgarse un libro hasta leer el punto final. Porque si no se corre el riesgo de lo que ha estado a punto de pasarme a mí con esta novela breve de Lernet-Holenia. Advierto a algún posible lector de este humilde blog que en las próximas líneas desvelaré y destriparé la novela en cuestión, si alguien piensa leerla, ya sabe...
Me habían recomendado también a este autor que yo, en mi supina ignorancia, desconocía. Saqué este relato de la biblioteca con afán de ver si este tipo de aspecto desgarbado y aristocrático tenía algo que contar. De momento, tras haberlo leído, creo que seguiré indagando en su prosa, que sin ser brillante no es mala.
El barón Bagge es una novela sobre la guerra, concretamente la Primera Guerra Mundial, contienda en la que el propio Lernet-Holenia participó. En ella, contado en primera persona, el barón Bagge, a la sazón teniente del ejército austro-húngaro, se encuentra en un batallón que ha de enfrentarse a las fuerzas rusas en un territorio con nombres de resonancias magiares. En ese batallón, su comandante, el capitán Semler, parece un fanático en búsqueda desesperada de combate y medallas, mientras que el propio Bagge y otros dos oficiales optan por posturas más prudentes. Sea como fuere, no pueden desobedecer al capitán y se aprestan a buscar al enemigo. Al atravesar el río Ondava (afluente el Tisza, afluente a su vez del Danubio), en un desfiladero, caen lo que parecen ser unas piedras que alcanzan, aunque sin gran peligrosidad a la tropa y al propio barón (éste es un detalle importante, aunque no se entienda hasta el final de la novela). El batallón, no obstante sigue adelante y llega a una localidad de nombre húngaro, allí se acantonan, y, comienza el recuerdo del barón acerca de una familia que conoció en su infancia. Por ver si la encuentra, Bagge va en su busca, encontrándose, no sólo con esa familia, sino con la hija más joven de la misma, que se enamora de él. En apenas unos días, Bagge y la joven vivirán un tórrido romance y decidirán casarse antes de que el batallón tenga que reemprender la marcha. Así sucede todo, y el batallón comienza el rastreo del enemigo ruso. Los rusos aparecen. Se plantea la batalla. En medio de la refriega, el teniente es herido, recordando entre delirios cómo un par de soldados a su mando lo recogen del suelo y lo llevan a la retaguardia. Días después, Bagge despierta en un hospital, recuerda todo y todo se aclara. En realidad, cuando cruzaban el río Ondava, lo que creyeron que eran piedras que caían del desfiladero eran proyectiles de los rusos, que lo hirieron y, poco después, aniquilarían a todo el batallón, capitán y resto de oficiales incluidos. Bagge pudo ser puesto a salvo y llevado al hospital. Por tanto, toda la historia de la entrada en la ciudad húngara, la búsqueda de la familia que lo conocía, el romance con la hija más joven y su boda no fueron sino los delirios de la fiebre en el hospital. Poco después, ya recuperado, el teniente Bagge viaja a esa ciudad para conocer que la familia había sido asesinada, la joven incluida, años antes de aquel presente.
En esencia, ése es el argumento. Hasta casi el final de la novela, ésta es insatisfactoria, pues narra un momento de la Guerra del Catorce sin que parezca nada interesante: no es antibelicista, tampoco de corte nacionalista o patriotero, no tiene nada, en realidad. Pero he ahí ese extraordinario giro argumental que da sentido a todo lo anterior, que supone una grata sorpresa para este lector, que ya temía haberse equivocado con el autor. . Seguiré leyendo a Lernet-Holenia.



