Segunda parte del volumen de la editorial Valdemar dedicado a los relatos de Folk Horror, es decir, cuentos basados en creencias y tradiciones populares, principalmente en países anglosajones (al menos, sus autores son anglosajones). Ahora toca el turno a mitos y monstruos, como el dios Pan o las gorgonas. Siguen siendo autores muy reconocidos y leídos como Clark Ashton Smith, Arthur Machen o John Buchan.
El primer relato es El vigilante del umbral, de John Buchan, ambientado en las Tierras Altas escocesas donde un tipo va a visitar a sus primos. Su prima le pidió que acudiera porque su marido está enfermo. Se encontrará con lo que parece un enfermo mental, alguien que cree que el diablo lo hostiga. Al final sí hay presencia maligna.
A continuación está La bestia de Averoigne, de Clark Ashton Smith, un escritor especializado en relatos de terror ambientados en el mar, ya sea con malignas criaturas oceánicas o con la temible calma chicha. En esta ocasión se trata de un hombre-lobo que mata tanto animales como humanos en esa ficticia comarca francesa. Se descubrirá que la criatura no es otra que el abad del monasterio local.
El gran dios Pan, de Arthur Machen, es el mejor texto de esta parte del volumen. Estructurada en ocho capítulos que versan sobre individuos que quedan dementes, mueren extrañamente o se suicidan. Todos ellos han contemplado al dios griego Pan.
El cuerno del horror, de E. F. Benson, narra una aventura en los Alpes con criaturas peludas semejantes al Yeti.
La cabeza de la gorgona, de Gertrude Stein, es, por el contrario, el relato más flojo. Previsible como su título, sus personajes se enfrentan a la cabeza cortada de la gorgona, que los convierte en piedra.
Por último están los relatos del autor greco-irlandés Lafcadio Hearn: Jikininki, Riki-Baka y Yuki-Onna. Son narraciones tan exóticas como la corta vida del escritor, protagonizadas por criaturas mitológicas japonesas que devoran cadáveres humanos o que matan con la mirada.
De nuevo, son relatos imaginativos (unos más que otros) que aprovechan el tirón del miedo humano a lo desconocido, quizá proveniente del instinto de supervivencia animal que nos mantiene alentando.

