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domingo, 30 de marzo de 2025
"Advice On Writing", by Grant Snider (www.incidentalcomics.com).
"Spirou y Fantasio. Integral 1961-1967", por André Franquin.
Los que ya peinamos canas (algunos, pobres, ya ni eso) tenemos que agradecer a las editoriales, en este caso a la editorial Dib-buks, que se reediten los tebeos que leímos en nuestra infancia y adolescencia. Un servidor tiene la firme creencia de que en mi formación ha tenido mucha importancia personajes de tebeo como, por ejemplo, los inmortales Mortadelo y Filemón y otros personajes de Francisco Ibáñez; también los personajes del llamado "cómic franco-belga" me han marcado, sobre todo Tintín y estos que releo ahora, Spirou y Fantasio. A pesar de todo, los de Ibáñez tienen un mejor encaje para releer como adulto, pues son mucho más sarcásticos e irónicos que los "franco-belgas"; a veces me sorprendo de la ácida crítica social que se puede leer entre líneas en los Mortadelo y Filemón, especialmente dirigida al mundo de la política (la sustitución de la palabra "Ayuntamiento" por la expresión "Hay untamiento", por ejemplo, y otras muchas más). Eso no lo entiende un niño pequeño, el adulto, obviamente, sí. En todo caso, las historias y los personajes de los cómic franco-belga eran más ingenuos, más infantiles, pero no dejan de tener su atractivo, y para un cincuentón como yo, su nostalgia.
La editorial Dib-buks, que, por cierto, fue comprada hace años por otra editorial un tanto aventurera, Malpaso ediciones, y está un tanto regular, reeditó las aventuras de Spirou y Fantasio en tomos denominado integral, traduciendo las de la propia editorial belga Dupuis, que fue la original para la que trabajaron dibujantes y guionistas desde nada menos que 1938. La división por años tiene que ver, claro, con motivos de mercadotecnia, pero también de los distintos dibujantes y escritores que crearon las historietas. No olvidemos que a esos personajes los creó Rob-Vel (seudónimo de Robert Velter) y luego los continuaron Franquin, Janry o Yoann, entre otros. André Franquin fue de los más dotados, tanto porque fue dibujante y guionista simultáneamente de las historietas como porque sus dibujos y guiones fueron de los mejores, francamente. André Franquin se hizo cargo de Spirou y Fantasio desde 1946 hasta 1969, años en los que crecieron muchísimo tanto en calidad como en número de lectores y dejó, sin duda alguna, las mejores historietas de estos personajes. Sin embargo, el propio Franquin se sentía como un mero continuador de la creación de Rob-Vel, a la vez que también tenía su talento como creador; de hecho hacia la primera mitad de los años sesenta del pasado siglo creó a Gastón el Gafe (Gaston Lagaffe, en francés) al cual quería dar más desarrollo. Tanto es así que en torno a 1968, André Franquin abandona a Spirou para centrarse en Gastón, aunque, sea dicho de paso, las aventuras que creó para este último fueron siempre más flojas que las de Spirou.
El tomo que estoy reseñando incluye cuatro historietas del 61 al 67. La primera, QRN en Bretzelburg, sin duda la mejor de todas, sitúa a los protagonistas en un pequeño país centroeuropeo de aspecto germánico en el que se ha sustituido la monarquía por un gobierno dictatorial de los militares (el parecido con el Tercer Reich es innegable), y serán Spirou y Fantasio los encargados de devolver la paz y la democracia al pequeño territorio. Los Bravo Brothers es una historieta un tanto más floja que la anterior, que tiene como novedad la introducción de Gastón a la que antes hacía referencia. Los robinsones del raíl es, a mí me sorprendió mucho al verlo, no una historieta sino un serial escrito, que debió publicarse en varias veces, sustituyendo todos los dibujos por texto escrito, el cual, por cierto, tiene una calidad literaria aceptable, teniendo en cuenta que estaba destinado a niños y adolescentes. Por último, Un bebé en Champignac incluye otros personajes como Zorglub, villano reconvertido en héroe que será transfigurado en un bebé al cuidado del marqués de Champignac. En fin, cuatro aventuras (no las mejores, todo es cierto) de Spirou y Fantasio, un ejercicio de nostalgia para un tipo como yo.
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