Reconozco mi supina ignorancia con respecto al título de esta novela breve del Premio Nobel de 2014. Nunca había escuchado ni leído la expresión "tinta simpática" queriendo decir "tinta invisible", pero el caso es que son sinónimos, de hecho, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua define tinta simpática como "composición líquida que tiene la propiedad de que no sea visible lo escrito con ella hasta el momento en que se le aplica el reactivo conveniente", es decir, tinta invisible. Y, claro, así se explica que ese título se aplique tan bien a esta novela de Modiano y, en realidad, a casi toda su producción narrativa, pues las novelas del francés presentan a personajes que van, lentamente, a medida que avanza el texto, recuperando la memoria y reconociendo a personas y lugares olvidados; es decir, los personajes van volviendo en escritura legible esa tinta invisible, esa tinta simpática.
Y esta novela, que fue publicada en 2019, también coincide con la mayor parte de la producción literaria de Modiano en mostrar esos personajes evanescentes, como sombras del pasado que aparecen y desaparecen; también París, más como personaje en sí mismo que como paisaje es otra constante "modianesca"; el personaje principal, claro alter ego del autor, alterna la voz en primera y en tercera persona, también habitual en su narrativa.
El argumento, grosso modo, es el que sigue: un joven aprendiz de detective, Jean Eyben es enviado a buscar información sobre una joven desaparecida, Noëlle Lefebvre, con muy pocas pistas y vagas descripciones. El joven se entrevistará con otros individuos, de edad semejante a la suya, de los que obtendrá poco más que silencios y evasivas. Esta época se alternará con la del propio Eyben diez años más tarde y otra más, ya en época digital (buscará a Noëlle y a otros en internet) con la misma escasez de resultados, apoyándose en lo escrito en una vieja libreta (otro lugar común de Modiano). Esta alternancia entre el pasado en el que el protagonista es un joven de unos dieciocho años con una época decenios posterior y el presente es también algo muy frecuente en Modiano. Finalmente, se encontrará a Noëlle, pero ya en Roma, decenios después.
En realidad, como puede verse, el argumento es tan inconsistente como los propios personajes, pero, no sé muy bien por qué, la narrativa de Modiano tiene una extraña atracción que hace que se lea fácil y rápido. Se me ocurre que, desde luego, su narrativa está en las antípodas de un Dostoievski o un Tolstoi. Los personajes tienen de todo menos complejidad; sí se puede aducir que hay evolución en los mismos, sobre todo en el protagonista, pero, con todo siguen siendo muy vaporosos.
Son lecturas sencillas, sin grandes exigencias, quizás idóneas para los tiempos que nos han tocado vivir, en los que todo parece ir demasiado rápido.

