Franz Werfel (1890-1945) pertenece a esa augusta nómina de escritores austrohúngaros (él era étnicamente judío, checo de nacimiento, pero de lengua alemana) que vivió la caída del imperio de los Habsburgo tras la Guerra del 14 como el fin de unos bonancibles tiempos y la llegada de otros más angustiosos. Al ser identificable por el nacionalsocialismo como judío, aunque no practicara religión alguna, huyó de Austria en 1938, primero a Francia y luego a Estados Unidos. Su situación social en Viena, hasta esa época, claro, no debió ser empero mala, pues disfrutó de una cierta fama como escritor y casó con la viuda del gran compositor Gustav Mahler, Alma, once años mayor que Werfel. Ganó parte de esa fama por una de las narraciones más conocidas del Genocidio armenio, lo cual ha favorecido la erección de numerosas estatuas y placas conmemorativas en el país caucásico.
De sus congéneres, quizá sea Stefan Zweig el que más se le asemeja. Ambos tienen una excelente capacidad de plasmar las emociones y sentimientos de sus personajes, especialmente cuando se trata de sentimientos de culpa o de miedo. Es precisamente el sentimiento de culpa el que domina esta novela, un sentimiento de culpa que parecía imposible en un exitoso pilar de la sociedad austriaca, un juez de instrucción. Alguien (probablemente un crítico literario) llamó a Zweig el "orfebre de los sentimientos", para alabar su destreza a la hora de describir la evolución psicológica de los protagonistas, pues bien, no sé si Werfel será también un orfebre, un platero o un mero herrero, pero no dista mucho la habilidad del praguense de la del vienés en este orden de cosas.
Reunión de bachilleres trata de esos sentimientos de culpa en la figura de Ernst Sebastian, juez instructor, individuo satisfecho de sí mismo y de su posición social. Él es llamado a una reunión del instituto en el que estudió el Bachillerato, veinticinco años atrás, a la vez que está instruyendo el juicio contra un tal Franz Adler, que presuntamente ha asesinado a una prostituta. El nombre de este enjuiciado le trae a la memoria a otro homónimo con el que vivió aventuras adolescentes. La mayor parte de la novela consiste en la descripción de los remordimientos que atenazan al juez por haber complicado sobremanera la existencia de su compañero por puro comportamiento adolescente hasta el punto de haber convertido a uno de los mejores estudiantes del instituto en un despojo social capaz de cometer un repulsivo asesinato. Finalmente, se constatará que todo está en la cabeza de Sebastian, pues el Franz Alder que están juzgando no es el mismo que el del instituto, pero lo importante es cómo explica el autor los desasosiegos y pesadumbres de alguien que se caracterizaba por su incólume autoestima. Como decía antes, la evolución psicológica del protagonista es lo más notable de esta novela. Aquí, Werfel está al nivel de Zweig, sin duda.
Es la primera novela que leo de Franz Werfel, y, por lo que veo, no hay mucho más disponible en bibliotecas o librerías, pero sí un pequeño puñado de novelas breves. En los próximos meses, D.m., leeré más novelas de este autor.

