domingo, 15 de junio de 2025

"Paraíso", de la "Divina comedia", de Dante Alighieri.

  Tercera y última parte de la obra del inmortal bardo italiano. Dante sigue adelante, primeramente con cuerpo mortal, en las últimas etapas ya como espíritu inmortal, acompañado de Beatriz, su amada, paradigma de la pureza y la espiritualidad. Virgilio ya no acompaña al florentino, pero, igual que en los otros dos libros, en cada canto se acompañan temporalmente de personas del pasado que habitan cada uno de los estratos. Naturalmente, las imágenes aquí pergeñadas son más amables, más entrañables que las bárbaras situaciones del infierno o incluso el purgatorio, son paisajes celestiales, ¡caramba!
 El Paraíso consta de treinta y tres cantos, que narran el paso de Dante por los diez cielos, cada uno de ellos referido a un astro del sistema solar, en el que se encuentran los distintos personajes, la mayor parte santos y beatos. Al final del libro, en los últimos cielos se encuentran los nueve círculos angélicos, que, como se puede ver en la ilustración que los de Austral incorporan, rodean a Dios; estos círculos angélicos están ordenados jerárquicamente, de menor a mayor importancia, por serafines, querubines, tronos, dominaciones, virtudes, potestades, principados, arcángeles y ángeles.
 Como dije en los otros dos libros, estoy leyendo la versión adaptada al castellano, con numerosas explicaciones y acotaciones, algo que facilita su lectura, que, al estar escrita en dialecto toscano (matriz del italiano moderno) sería de muy farragosa lectura. Sin embargo, he de añadir que en este tercer libro he usado mucho menos las explicaciones, ya que, si en el Infierno y el Purgatorio la referencia a contemporáneos de Dante, principalmente de la clase gobernante, eran muy numerosos, en el Paraíso, las referencias son a santos y beatos bien conocidos para aquellos que tenemos la fortuna de tener un nivel cultural alto, especialmente de cultura religiosa.
 La organización de los cielos es geocéntrica, claro, pues, aunque ya se había esbozado la posibilidad de que la Tierra no fuera el centro del sistema, no sería hasta Copérnico, en 1543, cuando se sustituiría un sistema por otro, y esta obra, ya se sabe, fue escrita entre 1313 y 1321. Así, los diez cielos son: cielo de la Luna, cielo de Mercurio, cielo de Venus, cielo del Sol, cielo de Marte, cielo de Júpiter, cielo de Saturno, cielo estrellado, cielo cristalino y cielo empírico. Entre los personajes que acompañan a Dante y Beatriz por su ascensión están san Francisco de Asís, san Bernardo de Claraval, santo Tomás de Aquino, san Pedro, san Juan y, por último, el propio Dios, convertido en uno más, algo que suena herético (quizá lo sea, sí), pero Dante así lo describe. Igual que en el Infierno y el Purgatorio era Virgilio el destinado a describir para Dante los terribles castigos y sufrimientos que soportaban los condenados, ahora es Beatriz quien describe las beatíficas escenas, aunque no duda en criticar (ella y también san Pedro) los excesos del papado y demás clérigos que se han alejado de la simple pureza del Evangelio para caer en el mundo materialista de siempre (que han abandonado el "camino estrecho" para abandonarse al "camino ancho", ¡vamos!).
 La lectura en el siglo XXI de esta obra escrita en el XIV es más liviana que la del Infierno y el Purgatorio, tal vez porque estos transmiten imágenes terroríficas, imágenes que el mejor grabador y estampador de todos los tiempos, Gustavo Doré (1832-1883) legó a la posteridad con una verosimilitud extraordinaria. Desgraciadamente, la edición de Austral que tengo es una económica edición de bolsillo, con lo que no tiene ninguna de esos estupendos grabados.
 En fin, el conjunto de la Divina comedia es una obra moralizante, en un sentido ortodoxamente cristiano y católico, claro, (quizá por esto un poco demodé en nuestros días, por desgracia) que tiene un valor enorme en cualquier época. Es mi opinión, ya sé que no comulgo con la mayoría de mi época, en todo caso, recomiendo fervientemente su lectura.