Por pudor no contaré en detalle cómo conseguí este libro. Sólo mencionaré una casa rural en Cepeda, Salamanca, y una colección de libros poco menos que abandonados. Que el lector ate cabos... Lo cierto es que creo haber dado una segunda vida a un volumen que estaba a pocos meses de desaparecer atacado por insectos, humedad, desidia y abandono. Y, además, comprobé que esta novela de Singer debió tener una tirada muy pequeña, de modo que me hubiera sido difícil conseguirla por otro camino. Sí, es cierto que en una biblioteca pública de la ciudad en la que habito hay una copia, aunque se encuentra dentro de la literatura juvenil, ahora explicaré por qué.
Es, como se puede ver en las imágenes, una edición de la difunta Bruguera, otrora exitosa editorial catalana especializada en literatura infantil y juvenil. No tengo claro, la verdad, que el autor hubiera querido que esta novela suya fuera clasificada así, toda vez que Singer fue muy prolífico en los cuentos infantiles, que sí tenían las características propias. No, Un día de placer no es propiamente literatura juvenil, aunque sí autobiográfica y de esos periodos, infantil y juvenil del autor. Tal vez por eso, porque estaba pensando en sí mismo y en su familia cuando lo escribió, o tal vez porque, efectivamente, quisiera que se considerara literatura juvenil, el autor omite toda referencia a asuntos escabrosos, especialmente relacionado con el sexo y las prácticas sexuales de los protagonistas. Porque, es bien sabido y un servidor lo ha referido abundantemente en este humilde blog, Isaac Bashevis Singer no tenía el más mínimo recato en mostrar las aventuras sexuales de sus personajes, sin llegar a detalles genitales, por supuesto, pero sí los encuentros entre unos y otros. Quede claro que Singer es un escritor excepcional, capaz de llegar a un excelso equilibrio entre la narración de la historia en cuestión y la descripción psicológica de sus personajes, pero hay que admitir que el éxito de público que le acompañó (teniendo en cuenta que buena parte de sus textos los publicó en la revista neoyorquina Forverts por entregas) tuvo que ver mucho con el morbo de esas descripciones de aventuras sexuales. Efectivamente, aquí no hay nada de eso, además, este pequeño volumen abarca desde la primera infancia del autor hasta sus veinte años, más o menos, cuando ya trataba de escribir profesionalmente. Es, pues, una novela de aprendizaje, una bildungsroman que dicen los alemanes, con lo que los destinatarios sí pueden ser preferentemente jóvenes.
La calidad de Un día de placer es francamente baja, si se tiene presente el egregio nivel literario de este autor; los personajes no están tan bien delineados como en él es habitual, el argumento carece de giros, las tribulaciones de los protagonistas no están tan bien desarrolladas... Fue publicada por primera vez en 1963, cuando Singer ya era célebre, tal vez por exigencia editorial. En todo caso, las novelas de este tipo son tan recomendables que creo que no dejaría de leer ninguna, aunque fuera un borrador inconcluso.

