Segunda parte de La Divina Comedia, igualmente escrita originalmente en dialecto toscano. Sigo leyendo la versión prosificada al castellano y comentada por Ángel Chiclana que edita Austral, y sigo pensando que es necesario los comentarios, toda vez que muchos de los ejemplos que pone Dante tanto de los pecados capitales como de las correspondientes virtudes teologales son personajes contemporáneos al bardo toscano, muchos de los cuales fueron figuras muy importantes en su época pero que hoy han quedado arrumbados por la Historia.
A diferencia de lo que ocurría en el Infierno, en el Purgatorio Dante y Virgilio ascienden por una suerte de mina subterránea hasta llegar a la superficie, que será el Paraíso. Los cánticos están ordenados en siete círculos, tantos como pecados capitales, yendo del más grave, la soberbia, al menos, la lujuria (que es tomada como el "amor excesivo"). En todas los círculos se encuentran con almas en pena que purgan sus culpas y pecados terrenales, ascendiendo lentamente hacia el Paraíso, algo que tenían vedado en el Infierno. Como decía antes, con cada círculo se comentan casos coetáneos a Dante (y algunos anteriores) tanto de pecado como de virtud, cómo éstos y aquéllos cometieron sus faltas o acertaron en su comportamiento y cómo, en consecuencia, están pagando en la actualidad.
Antes de llegar al Purgatorio pasan por el "Antepurgatorio", donde están los excomulgados y aquellos que se arrepintieron demasiado tarde. También están entre otros los que no recibieron la unción de enfermos antes de morir. El último estado del "Antepurgatorio" es el "valle ameno" en el que están los que estuvieron apegados a la gloria terrena más que a la búsqueda de la salvación eterna.
En el primer círculo del Purgatorio, las almas en pena están en el suelo, para que todos las pisen, forma brutal de humillación para quienes cayeron en el peor de los pecados capitales, la soberbia.
Un punto muy interesante se describe en el capítulo decimoséptimo, cuando Dante y Virgilio pasan del tercer círculo del Purgatorio, el de los iracundos, al cuarto, el de los perezosos. En ese tránsito explica Virgilio cómo están las almas en el Purgatorio: no es por el pecado cometido, como en el Infierno, sino por la tendencia pecaminosa. La tendencia del ser humano es a amar, puede haber amores naturales (que no están sujetos a error) o amor de elección (sujetos a error); entre los amores de elección se puede equivocar por tres motivos: 1) por su objeto, amar a algo equivocado, como desear mal al prójimo (son la envidia, la soberbia y la ira); 2) por negligencia y poca energía en la tendencia hacia el bien (la pereza); 3) y por exceso de amor hacia los falsos bienes (avaricia, gula y lujuria).
Pasando por los distintos círculos del Purgatorio pasan, pues, por los siete pecados capitales (soberbia, envidia, ira, pereza, avaricia, gula y lujuria) con ejemplos y explicaciones. Las almas en pena están en distinta situación, igual que antes decía de las almas de los soberbios que eran pisoteadas, las almas de los glotones están esqueléticas, mientras que dentro de las almas de los lujuriosos hay algunas que caminan en dirección contraria, son los sodomitas.
Al salir del Purgatorio a la superficie (el Paraíso terrenal) Dante y Virgilio han de atravesar el río Leteo, río del Hades cuyas aguas hacían perder la memoria a quienes las bebían, pero antes Dante se reencuentra con su amada Beatriz (que, en realidad, representa a la fe cristiana) y se confiesa ante ella.
En fin, el Purgatorio de la Divina Comedia, al igual que el Infierno, contiene aspectos atemporales que afectan a todos los hombres por igual sean cuales sean sus épocas vividas, aunque también tiene su aspecto coyuntural cuando pone ejemplos que están circunscritos a una época y lugar determinados (la Toscana medieval).

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