Tercera novela que leo del Premio Nobel de literatura de 1955. Como las otras dos, La base atómica y La campana de Islandia, El concierto de los peces destila costumbrismo hasta llegar a una suerte de nacionalismo literario, pero no exaltado, no jingoísta. Laxness es el primero en criticar el tradicional atraso que tenía su país en comparación con el resto de países nórdicos. No se aprecia resentimiento cuando habla de Dinamarca y los daneses, antiguos dominadores de la isla atlántica, aunque los estereotipos daneses presentasen a los islandeses como labriegos brutos incapaces de gobernarse a sí mismos. Los personajes de Laxness son rústicos pero honrados, incultos pero humildes, austeros pero bienintencionados. Sobrellevan sus duras vidas con un estoicismo admirable, como si fueran parte de ese paisaje islandés formado por lava y hielo. Eso sí, a pesar de su falta de cultura formal, los personajes tienen un hondo conocimiento de la vida, una "filosofía parda" que los permite desarrollar discursos lógicos con una profundidad notable.
En el plano formal, la prosa de Halldór Laxness es rápida, con poca adjetivación, sin apenas frases subordinadas, reforzando así la sensación de dureza de las vidas que retrata.
El argumento de El concierto de los peces abarca la vida juvenil de Álfgrímur, un crío abandonado por su madre, que lo deja al cuidado de sus supuestos abuelos, una pareja que regenta una suerte de pensión para desgraciados que van hacia Reikiavik para embarcarse hacia América, mujeres abandonadas para dar a luz (como la pobre madre del chico) o incluso moribundos en sus últimos días. El chico crece a la sombra del abuelo, Bjorn de Brekkukot, que es pescador de lumpos, un pez de bajo valor gastronómico. El viejo, quizá reflejo del personaje de El viejo y el mar de Hemingway, enseña al chaval todos sus conocimientos sobre la vida; y lo que él no puede enseñárselo se lo enseñan los huéspedes que comparten alojamiento en la humilde morada de sus abuelos adoptivos.
Personaje principal de la novela es el cantante de ópera Gardar Hólm, que ha conseguido el gran éxito de cantar delante del Papa y de altas autoridades internacionales. La mitad de la novela se presenta al tal Hólm como la gran esperanza de Islandia, ejemplo para todos los jóvenes que quieran triunfar en la vida; la otra mitad se presenta el propio cantante como un ser fracasado, que vuelve a su país natal para dormir en el pobre cobertizo de su madre, sin un céntimo en el bolsillo, viviendo de viejos recuerdos de glorias pasadas. La relación entre Hólm y Álfgrímur se estrecha en buena medida por la afición del joven a cantar, aunque sin la calidad del famoso tenor. Tan íntima es la conexión entre ambos, que cuando las autoridades locales deciden organizar un concierto multitudinario, con la presencia del obispo y el alcalde, y el famosísimo cantante no se presenta, piden a Álfgrímur que lo sustituya, con el nefasto resultado esperable. Finalmente, el atribulado tenor se suicidará, cantando el chico en su entierro.
El título se explica por la relación entre el cantante y los peces que el abuelo del joven pesca para su sustento. En inglés, de hecho, lo tradujeron como The Fish Can Sing, "El pez puede cantar", más aclaratorio si cabe.
Las novelas de Laxness describen una Islandia que ya no existe, afortunadamente, pero es evidente la relación del durísimo clima subártico del país con la dureza de sus habitantes, carácter forjado como el paisaje, a golpes de fuego y hielo. Son narraciones edificantes de vidas penosas y afanosas, de pobreza preñada de dignidad; leídas desde nuestras cómodas vidas pueden parecer un tanto inverosímiles, pero los relatos de los mayores las corroboran.

