miércoles, 3 de diciembre de 2025

"Siempre un poco más lejos", historietas de Corto Maltés, por Hugo Pratt.

  Siempre un poco más lejos contiene cinco historietas protagonizadas por Corto Maltés y ambientadas en América, principalmente el Caribe y el río Orinoco. Son cómics no continuos, pudiéndose leer pues de forma independiente. Al igual que ocurre con el resto de la obra de Pratt, los mediocres argumentos no están a la altura de los excelentes dibujos, ejemplo de arte menor con aspiraciones a arte a secas. La edición que he disfrutado es de Norma editorial, en  blanco y negro, publicada en 2019 en tapa dura y papel de buena calidad. Los más puristas disfrutan del cómic en blanco y negro, que da una sensación más dramática, menos comercial al tebeo. Pratt lo escribió en 1970, pero está ambientado en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial, incluyendo varios personajes rebotados de aquella carnicería. Protagonistas habituales, aparte de Corto, como Leví Columbia y Steiner aparecen en las narraciones. La esmerada edición de Norma incluye un prólogo de Ana Merino, así como unos dibujos coloreados de Pratt, con técnica mixta, plumilla y acuarela.
  Cabezas y hongos sitúa a Corto en Maracaibo (Venezuela) con Leví Columbia y Steiner. El anticuario quiere ir en busca del mítico "Eldorado" y planea una expedición por el Orinoco. Consiguen hongos alucinógenos y pretenden ir a territorio de los jíbaros, los reductores de cabezas.
 La conga de las bananas es otra historia enrevesada y poco interesante pero con excelentes dibujos. Corto está en Mosquito (quizá la Costa de Mosquitos, actual Honduras). Matan a un tipo ante sus ojos para robarle el maletín que porta. Corto se queda con el maletín por el que varios individuos son tiroteados y muertos. Se descubre finalmente que el dichoso maletín tan solo contiene recortes de papel de periódico.
 Vudú por el presidente está ambientado en Barbados, a donde llega Corto con Steiner. Allí unos pocos locales tienen atemorizado a toda la población con la momia del antiguo presidente. Corto conseguirá convencer a la gente para que se levante en armas contra los tiranos.
 En La laguna de los hermosos sueños aparece un nuevo personaje, un joven oficial británico que delira a la orilla de una laguna del Orinoco. Los indios caribeños lo dejan morir entre sueños de victorias militares, idilios románticos y triunfos personales.
  En Abuelos y leyendas contratan a Corto Maltés para que encuentre a un niño mestizo, hijo de india jíbara y de europeo. Lo encuentran con la ayuda de su abuelo materno, que iba de incógnito como guía. Finalmente, el abuelo paterno permite que la criatura mestiza se quede en la jungla sudamericana.
 Otro cómic típico de Pratt, pues, extraordinarios dibujos, regulares tramas.

"Mientras dan las nueve", de Leo Perutz.

  Sexta novela que leo del autor praguense, y cambio de tercio. Las cinco anteriores podrían ser calificadas como "novelas históricas" en el sentido de que Perutz idea una trama en un periodo histórico perfectamente reconocible, en el que alterna personajes reales con otros inventados. Mientras dan las nueve, sin embargo, no tiene referencia histórica alguna; se trata de una obra de ficción por completo, con personajes totalmente ficticios. Por supuesto sí hay una línea literaria común con las otras, especialmente con un sentido del absurdo, que  identifiqué más claramente en ¿Adónde vas, manzanita?, y es un argumento un tanto desquiciante que hace que el personaje protagonista se choque una y otra vez contra situaciones absurdas y angustiosas que lo retrotraen a momentos ya vividos. Vamos, lo que hoy conocemos como "kafkiano". Y es que, al igual que los personajes de Franz Kafka en El proceso o El castillo, el protagonista de Mientras dan las nueve está atrapado en una suerte de círculos viciosos de los que no puede salir. La sensación de absurdidad, sinsentido y opresiva realidad domina a Stanislaus Demba hasta su muerte. Tal vez no tenga la fuerza de La metamorfosis, en la que Kafka retrata genialmente la vida alienante y perturbadora de un ciudadano de a pie, pero sí comparte con ella la existencia monótona, cíclica y sin salida del hombre moderno.
 En esencia, el argumento gira en torno a Stanislaus Demba, un estudiante universitario que se mantiene económicamente a duras penas dando clases particulares a niños y con alguna traducción. Demba está enamorado de una tal Sonja, que no lo corresponde, ya que ella bebe los vientos por un tal Weiner, que planea llevarla a Venecia. Muerto de celos, Stanislaus intenta por todos los medios conseguir el dinero necesario para ese viaje, pensando que así Sonja se fijará en él. Y en ese afán, el de conseguir dinero, trascurre toda la novela. Cada vez que está a punto de conseguir el vil metal, alguna circunstancia ridícula se interpone e impide el ansiado fin. Así, trata de cobrar por adelantado las clases particulares a los niños de una acomodada familia, y cuando ya tiene el dinero a su alcance quema accidentalmente la alfombra de la casa con la ceniza de un puro y, por vergüenza sale corriendo de la casa, dejando el dinero atrás. En otra ocasión, trata de vender unos costosos libros que ha "tomado prestados" de un anticuario; el comprador sospecha el robo y llama a la policía, que acaba esposando a Demba; aun maniatado, consigue huir de los policías. A partir de entonces, Stanislaus llevará las manos esposadas, teniendo que usar una vieja capa para disimular los grilletes. Siguiendo con la búsqueda del dinero, juega en una casa de apuestas, consiguiendo una alta suma, suficiente para su viaje, pero los organizadores de la timba sospechan que ha robado un reloj (algo que no es cierto) y, para no ser denunciado a la policía, tiene que salir huyendo sin el dinero. Otra vez consigue el dinero, pero se le cae el sobre en el que lo lleva, cuando se da cuenta un policía lo ha recogido y se lo va a devolver; él, temeroso de que vea que, bajo la capa, lleva las manos esposadas, dice que el dinero no es suyo y el policía se lo entrega a otro transeúnte. En fin, un ciclo vicioso impide que se haga con el dinero. La novela acaba con la muerte, inexplicada, de Stanislaus Demba.
Leo Perutz. Imagen tomada del sitio www.goethe.de
 La opresiva sensación final tras leer la novela no difiere mucho de lo que se siente con las novelas de Kafka. De puro absurdo, la vida de Stanislaus Demba no puede ser más verosímil. La semejanza con el autor de La metamorfosis es patente. Sin embargo, Mientras dan las nueve fue publicada en 1918, entre El proceso (1915) y El castillo (1922). Kafka tuvo el boom editorial y de público ya a mediados de la década de los 60, con lo que es muy improbable que Perutz y él se hubieran conocido, aun siendo ambos coetáneos y praguenses. Es más verosímil contar con una coincidencia de estilos y temas por la influencia social y política de la Europa central de finales del XIX y principios del XX.