miércoles, 23 de abril de 2025

Día internacional del libro 2025.

  ¡Mira que hay "días de..." para todo! No hay día del año, ni siquiera los escasos veintinueve de febrero, que no sean el "día de...". Que duda cabe de que es una mera estrategia propagandística para vender (o convencer, más frecuentemente) un producto o una idea; no iba a ser menos el día del libro. Obviamente, se busca promover la venta de libros, no con afán formativo, desde luego, ni siquiera con afán de entretener... Es una industria que fomenta su actividad comercial, ni más ni menos. Venden libros como podrían vender bragas. Que se escogiera el 23 de abril como día del libro parece que fue porque coincide en ese día (al ser fechas tan lejanas no hay seguridad total, pero bueno) las muertes de Cervantes y Shakespeare, o eso se dice. En fin, no soy prono a respetar imposiciones comerciales de esta índole, pero como quiera que soy lector empedernido también podría considerar este día como un día dedicado a mí mismo.
 Enfocándolo desde ese punto de vista tan egocéntrico me es más fácil disfrutar de este evento puramente mercantil y pasearme por los puestos que las librerías han colocado estratégicamente situadas en cierta plaza céntrica de la ciudad. No he comprado nada, la verdad, entre otras cosas porque los puestos presentaban principalmente los best-sellers del momento, que a mí no me interesan nada, pero el mero hecho de ver unos cuantos cientos de libros expuestos en la vía pública le alegra a uno el corazón.

domingo, 13 de abril de 2025

"Cuentos de humor y de horror", de Saki.

  Saki es el nom de plumme de Hector Hugh Munro, escritor inglés nacido en 1870 y muerto en combate en 1916. Este volumen no es lo primero suyo que leo, comprobando en este humilde blog, en 2013 publiqué una entrada de un volumen de relatos compilado por Valdemar, con animales como personajes llamado "Animales y más que animales". Es uno de esos autores poco conocidos, principalmente de relatos en los que se mezcla lo humorístico y lo siniestro en eso que han dado en llamar "humor negro" o humor sarcástico, algo muy del gusto del público inglés.
 Este tomo recoge veinte de esos relatos, con desigual calidad, claro, pero todos con ese tono irónico. Me ha gustado mucho La reticencia de Lady Anne, un sorprendente relato con un brusco giro argumental: una aparente desavenencia en un matrimonio lleva al marido a deshacerse en disculpas mientras ella se mantiene en un altivo y desdeñoso silencio; al final se desvela la razón de su mutismo, estaba muerta desde hacía un buen rato. En Sredny Vashtar un niño aburrido (se supone, hijo único) idea, jugando, una religión en la que un hurón mascota es convertido en un dios; harto de su tía y cuidadora, el hurón mata a la tía ante la total indiferencia del niño. La penitencia es un delicioso relato de humor negro: un tipo mata a un gato porque cree que se estaba comiendo sus aves de corral; unos niños, dueños del gato, lo han visto hacerlo y deciden tomar represalias, además, eran las ratas las que mataban las gallinas; finalmente, los niños deciden matar a la hija, una bebé, del asesino del gato; todo ello narrado con una exquisitez victoriana que contrasta vivamente con los hechos.
 En muchos relatos, Saki incluye a un personaje, Clovis, que parece encarnación del inglés sarcástico, que no siente empatía ninguna ante el dolor ajeno, capaz de los comentarios más hirientes con la mayor calma del mundo, ante situaciones de gran dolor colectivo.
 Quizá debido a su prematura muerte, Saki no es un autor más prolífico y conocido, pero lo poco que dejó escrito tiene bastante calidad y unas características peculiares que lo diferencian y permitieron su influencia sobre autores posteriores como P. G. Wodehouse,  Roald Dahl, Douglas Adams, Tom Sharpe o incluso el propio Terry Pratchett.

Decimocuarto abono de la temporada 24-25 de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Obras de Beethoven y Stravinski.

  El concierto de anoche en el Miguel Delibes fue uno de los más completos a los que he asistido en los últimos diez años. La combinación de una de las cumbres sinfónicas de todos los tiempos, la Sinfonía Pastoral de Beethoven, con la obra para orquesta, tres solistas vocales y ballet de Stravinski, Pulcinella hizo de la velada uno de los más altos hitos culturales a los que se pueda asistir en la capital del Pisuerga. La OSCyL estuvo dirigida por su batuta habitual, Thierry Fischer, los cantantes fueron la soprano suiza Hélène Walter, el tenor cordobés Pablo García López y el bajo catalán Gerard Farreras. El ballet estuvo a cargo de los talentosos estudiantes de últimos cursos de la Escuela Profesional de Danza de Castilla y León. El resultado final, ya digo, fue espectacular, una representación que aunó la música sinfónica, la vocal y la danza, ¡qué más se puede pedir!
 Para abrir boca, nada menos que la Sexta sinfonía de Beethoven, la Pastoral, una obra que, "in my humble opinion", es una de las cimas más señeras de la creación artística, una obra por la que ya Ludwig van Beethoven, aun sin que hubiese compuesto nada más debía haber sido elevado a los más egregios altares culturales de la Humanidad. Para un servidor, escuchar la Sexta sinfonía de Beethoven es una razón más para seguir alentando, un impulso que mueve a mi viejo y atribulado corazón a no desfallecer y a continuar en la lucha, un aporte de vitalidad y optimismo, en definitiva. Sólo con los primeros acordes del primer movimiento nota uno cómo el espíritu se eleva, se despejan negros nubarrones, y se mira al futuro con mayor optimismo. Cuentan los musicólogos (entre ellos, el que firma el programa de mano de ayer, Enrique García Revilla) que la Pastoral es bien la feliz estancia del sordo genial en una zona campestre, alejado del mundano ruido, bien la descripción de la inocente belleza rural, en el que su ya declarada sordera no le impedía gozar del mayor encanto paisajístico. Sea como fuere, Beethoven debía estar en un estado de humor altamente positivo cuando compuso su Sexta sinfonía, pues, salvo el movimiento que describe la tormenta, la obra rezuma optimismo por sus cuatro costados. La propia descripción de los cinco movimientos es mucho más expresiva que la de sus tempos: Despertar de alegres sentimientos al encontrarse en el campo (Allegro ma non troppo), Escena junto al arroyo (Andante molto mosso), Animada reunión de campesinos (Allegro), Relámpagos, tormenta (Allegro), e Himno de los pastores, sentimiento de agradecimiento después de la tormenta (Allegretto). De nuevo, los musicólogos describen la excelsa producción musical de Beethoven en tres periodos, incluyendo la Sexta en el segundo periodo, el "heroico", aunque la genialidad de Beethoven es tal que casi cada obra debería tener su propia categoría, de hecho, en mi opinión, la Pastoral puede considerarse como un esbozo para lo que se llamaría posteriormente "poema sinfónico", pues la descripción de paisajes y eventos es tan minuciosa que uno siente estar junto a un arroyo o en esa animada reunión de campesinos. En fin, no creo que yo sea el único que usa la Sexta sinfonía de Beethoven para animarse el día cuando las preocupaciones o el tedio de vivir lo acorralan en su devenir vital, es, como decía antes, un verdadero canto a la vida.
 Por otro lado, la interpretación ayer de la OSCyL, dirigida por Fischer no dejó nada que desear. Estoy acostumbrado a escuchar, centenares de veces, ya digo, la versión que tengo en casa: la Filarmónica de Berlín dirigida por Herbert von Karajan, en una edición que se podría considerar canónica de la Deutsche Grammophon, y, francamente, no noté ayer grandes diferencias; tal vez la percusión (timbales) un poco más notable de lo deseable, pero nada más. Esto hay que decirlo para ser justo, para poder decir sin tapujos que una supuestamente humilde orquesta regional no tiene nada que envidiar a una de las mejores orquestas del mundo.
 Después de un largo descanso (necesario para poder habilitar el escenario en zona de baile, con el preceptivo suelo de goma), le tocó el turno a Pulcinella, de Stravinski. No soy un gran aficionado a los ballet, pero sí tengo claro que la música escénica está concebida para ser representada junto con la representación correspondiente, si no la música suele quedar un tanto coja, no entendiéndose bien del todo. Eso ocurrió con la La consagración de la primavera del propio Stravinski, que se interpretó semanas atrás en este mismo auditorio. Los que tuvimos la previsión de informarnos sobre los detalles más nimios de la música que íbamos a escuchar (hoy en día es facilísimo, gracias a YouTube, Wikipedia y otros programas de internet) conocíamos lo que nos encontraríamos: la descripción de un rito precristiano de llegada de la primavera, repleto de crudeza y brutalidad, que acaba incluso con un sacrificio humano. Obviamente, la música de Stravinski tenía que retratar esa brutalidad, y así, por momentos, la disonancia y estridencia de su música se hace difícilmente soportable (tanto que un bobo del auditorio salió de la sala haciendo aspavientos y diciendo en voz perfectamente audible, "me sangran los oídos", así de estúpida es la gente). Bien, por supuesto que se puede ir a un auditorio de música culta sin haber escuchado nada de lo que se programa, pero, para personas medianamente cultivadas, es exigible que se informen antes de lo que se va a representar, aunque sea sólo para no hacer el ridículo y molestar a los que sí se han informado. En fin, como decía el torero, "hay gente pa' tó". Bueno, pues Pulcinella no puede estar más alejado, musicalmente hablando, de La consagración de la primavera, pues se trata de la adaptación (encargo del todopoderoso productor y promotor musical de la época, Sergéi Diáguilev) de la Commedia dell'arte, género teatral nacido en Nápoles durante el Renacimiento, con una serie de personajes fijos (Polichinela entre ellos) y otros variables, que representaban enredos amorosos. Los musicólogos tienen dudas de que la música firmada por Stravinski fuera verdaderamente del compositor ruso, toda vez que se sospecha que lo hubiera tomado del compositor barroco Giovanni Pergolesi, autor del conocidísimo Stabat Mater. Bien, parece que Pergolesi, en su corta vida, además de música sacra, produjo mucho género musical teatral, entre ellas para la commedia dell'arte, tan en boga en su propia ciudad en aquella época, no hubiera sido nada raro que el napolitano hubiese dejado escrito buena parte de esa obra sobre Polichinela y que, doscientos años después, Diáguilev se la hubiese pasado a Stravinski. Nunca se sabrá a ciencia cierta. Lo que sí sabemos es que Stravinski pasó por distintas etapas a lo largo de su vida productiva, etapas que no es que fueran diferentes entre sí, sino que eran totalmente opuestas. Así, primero tendrá una "época rusa" entre las que estaba La consagración de la primavera ya citada y otras obras ambientadas en Rusia, con una armonía "politonal" que no es siempre fácil de escuchar; después pasará por un "periodo neoclásico", con una vuelta a la armonía melódica y a la tonalidad más clásica, aquí, claro está, se incluye Pulcinella; por último, el "periodo dodecafónico" , bajo la influencia de Arnold Schoenberg. Es obvio que para los gustos de quien esto escribe, el periodo intermedio es el más potable (salvando obras extraordinarias como El pájaro de fuego, del primer periodo), con lo que el ballet Pulcinella es obra de mi gusto. En todo caso, la representación conjunta de orquesta sinfónica, cantantes de ópera y danza da a la obra el carácter "global" al que antes aludía. La danza, por cierto, estuvo a cargo de los estudiantes de últimos cursos de la Escuela  Profesional de Danza de Castilla y León, quienes cumplieron ya en un nivel que claramente rayaba en la profesionalidad. El público del Miguel Delibes se deleitó sobremanera con esta excepción al exclusivo disfrute de la música sinfónica con la que nos deleitamos habitualmente.

martes, 8 de abril de 2025

"Purgatorio", segunda parte de la "Divina Comedia", de Dante Alighieri.

  Segunda parte de La Divina Comedia, igualmente escrita originalmente en dialecto toscano. Sigo leyendo la versión prosificada al castellano y comentada por Ángel Chiclana que edita Austral, y sigo pensando que es necesario los comentarios, toda vez que muchos de los ejemplos que pone Dante tanto de los pecados capitales como de las correspondientes virtudes teologales son personajes contemporáneos al bardo toscano, muchos de los cuales fueron figuras muy importantes en su época pero que hoy han quedado arrumbados por la Historia.
 A diferencia de lo que ocurría en el Infierno, en el Purgatorio Dante y Virgilio ascienden por una suerte de mina subterránea hasta llegar a la superficie, que será el Paraíso. Los cánticos están ordenados en siete círculos, tantos como pecados capitales, yendo del más grave, la soberbia, al menos, la lujuria (que es tomada como el "amor excesivo"). En todas los círculos se encuentran con almas en pena que purgan sus culpas y pecados terrenales, ascendiendo lentamente hacia el Paraíso, algo que tenían vedado en el Infierno. Como decía antes, con cada círculo se comentan casos coetáneos a Dante (y algunos anteriores) tanto de pecado como de virtud, cómo éstos y aquéllos cometieron sus faltas o acertaron en su comportamiento y cómo, en consecuencia, están pagando en la actualidad.
 Antes de llegar al Purgatorio pasan por el "Antepurgatorio", donde están los excomulgados y aquellos que se arrepintieron demasiado tarde. También están entre otros los que no recibieron la unción de enfermos antes de morir. El último estado del "Antepurgatorio" es el "valle ameno" en el que están los que estuvieron apegados a la gloria terrena más que a la búsqueda de la salvación eterna.
 En el primer círculo del Purgatorio, las almas en pena están en el suelo, para que todos las pisen, forma brutal de humillación para quienes cayeron en el peor de los pecados capitales, la soberbia.
 Un punto muy interesante se describe en el capítulo decimoséptimo, cuando Dante y Virgilio pasan del tercer círculo del Purgatorio, el de los iracundos, al cuarto, el de los perezosos. En ese tránsito explica Virgilio cómo están las almas en el Purgatorio: no es por el pecado cometido, como en el Infierno, sino por la tendencia pecaminosa. La tendencia del ser humano es a amar, puede haber amores naturales (que no están sujetos a error) o amor de elección (sujetos a error); entre los amores de elección se puede equivocar por tres motivos: 1) por su objeto, amar a algo equivocado, como desear mal al prójimo (son la envidia, la soberbia y la ira); 2) por negligencia y poca energía en la tendencia hacia el bien (la pereza); 3) y por exceso de amor hacia los falsos bienes (avaricia, gula y lujuria).
 Pasando por los distintos círculos del Purgatorio pasan, pues, por los siete pecados capitales (soberbia, envidia, ira, pereza, avaricia, gula y lujuria) con ejemplos y explicaciones. Las almas en pena están en distinta situación, igual que antes decía de las almas de los soberbios que eran pisoteadas, las almas de los glotones están esqueléticas, mientras que dentro de las almas de los lujuriosos hay algunas que caminan en dirección contraria, son los sodomitas.
 Al salir del Purgatorio a la superficie (el Paraíso terrenal) Dante y Virgilio han de atravesar el río Leteo, río del Hades cuyas aguas hacían perder la memoria a quienes las bebían, pero antes Dante se reencuentra con su amada Beatriz (que, en realidad, representa a la fe cristiana) y se confiesa ante ella.
 En fin, el Purgatorio de la Divina Comedia, al igual que el Infierno, contiene aspectos atemporales que afectan a todos los hombres por igual sean cuales sean sus épocas vividas, aunque también tiene su aspecto coyuntural cuando pone ejemplos que están circunscritos a una época y lugar determinados (la Toscana medieval).

"La hierba de las noches", de Patrick Modiano.

  Modiano es uno de esos escritores al cual uno reconoce en cuanto ha leído un par de páginas: su permanente ambientación en París, hasta el punto de que la capital del Sena se convierte en un personaje más de la novela; los personajes juveniles un tanto evanescentes, como memorias ya desleídas; las analepsis y prolepsis del personaje principal, frecuentemente un alter ego del autor; los esfuerzos del protagonista por recordar hechos acaecidos decenios atrás... Esas características son omnipresentes en Modiano, y no iba a ser menos en La hierba de las noches.
 La hierba de las noches es una novela breve, el formato más frecuente del autor, que también está ambientada durante la ocupación nazi de París (otra característica más a sumar a los anteriores), aunque Modiano naciera en 1945, recién terminada la contienda. El protagonista, Jean, se narra a sí mismo y a un grupo de personas en tres momentos concretos de su vida: el París bajo ocupación, a sus escasos veinte años; unos pocos años después, pero todavía en época juvenil; y cincuenta años después, ya en la vejez del protagonista, desaparecidos casi todos los otros personajes. Los tres momentos se alternan en esas analepsis y prolepsis que antes decía, de un modo inteligente para mantener al lector en una cierta intriga que se aclarará, parcialmente, al final de la novela. En el periodo más antiguo, Jean tiene una relación de pareja (contada muy superficialmente, de hecho, se supone que es de pareja, pero podría ser una simple amistad) con una tal Dannie, la cual, a su vez, mantiene relación con tipos un tanto sospechosos, como el marroquí Aghamouri, Gérard Marciano, Duweltz o Paul Chastagnier. Estos cuatro, desde un principio, son retratados someramente, para que el lector tenga dudas sobre su honorabilidad. En el segundo periodo, ya desaparecida Dannie, aparece el policía Langlais, que interroga a Jean sobre su relación con los otros, aunque siempre da a entender que comprende que el chico no estaba en el grupo de forma "oficial". Por último, en el presente, lo que más ocupa en la novela, Jean, ya anciano, rememora sus relaciones con la chica y sus compinches, como un amnésico parcial trata de recordar hechos, de entresacar recuerdos de la neblina. Precisamente a este último periodo pertenece las últimas páginas del relato, en las que Jean se encuentra casualmente con Langlais, y el policía le entrega un dossier sobre todos ellos, aclarándose, como decía antes, la realidad de aquel grupo humano.
 Ciertamente, en las novelas de Modiano la acción no es trepidante, no hay hechos tremendos que sobresalten al lector. Las malas andanzas de los protagonistas suelen ser pequeños delitos que acaban quedando en habituales conflictos juveniles. Con todo, el autor sabe mantener ese suspense que lo lleva a uno al final del relato deseando saber más. Justamente el hecho de que los personajes sean corrientes y molientes, tanto como el propio lector, hace, tal vez, que nos interesemos más por ellos y sus desenlaces.

sábado, 5 de abril de 2025

Trigésimo segunda Feria del libro antiguo y de ocasión.

 
 Organizada por Alvacal (Asociación de libreros de viejo y antiguo de Castilla y León), se concentran una veintena de casetas de librerías venidas de toda la región en la Acera de Recoletos de la capital del Pisuerga. Es una pequeña oportunidad para disfrutar de ese pequeño vicio de rebuscar entre libros viejos, buscando esa joya que uno recuerda y que perdió, o aquel libro que ansió tener siempre. La verdad es que el resultado es casi siempre infructuoso, pero uno lo goza igualmente.

domingo, 30 de marzo de 2025

"Advice On Writing", by Grant Snider (www.incidentalcomics.com).

 
Image taken from the website www.incidentalcomics.com

"Spirou y Fantasio. Integral 1961-1967", por André Franquin.

  Los que ya peinamos canas (algunos, pobres, ya ni eso) tenemos que agradecer a las editoriales, en este caso a la editorial Dib-buks, que se reediten los tebeos que leímos en nuestra infancia y adolescencia. Un servidor tiene la firme creencia de que en mi formación ha tenido mucha importancia personajes de tebeo como, por ejemplo, los inmortales Mortadelo y Filemón y otros personajes de Francisco Ibáñez; también los personajes del llamado "cómic franco-belga" me han marcado, sobre todo Tintín y estos que releo ahora, Spirou y Fantasio. A pesar de todo, los de Ibáñez tienen un mejor encaje para releer como adulto, pues son mucho más sarcásticos e irónicos que los "franco-belgas"; a veces me sorprendo de la ácida crítica social que se puede leer entre líneas en los Mortadelo y Filemón, especialmente dirigida al mundo de la política (la sustitución de la palabra "Ayuntamiento" por la expresión "Hay untamiento", por ejemplo, y otras muchas más). Eso no lo entiende un niño pequeño, el adulto, obviamente, sí. En todo caso, las historias y los personajes de los cómic franco-belga eran más ingenuos, más infantiles, pero no dejan de tener su atractivo, y para un cincuentón como yo, su nostalgia.
 La editorial Dib-buks, que, por cierto, fue comprada hace años por otra editorial un tanto aventurera, Malpaso ediciones, y está un tanto regular, reeditó las aventuras de Spirou y Fantasio en tomos denominado integral, traduciendo las de la propia editorial belga Dupuis, que fue la original para la que trabajaron dibujantes y guionistas desde nada menos que 1938. La división por años tiene que ver, claro, con motivos de mercadotecnia, pero también de los distintos dibujantes y escritores que crearon las historietas. No olvidemos que a esos personajes los creó Rob-Vel (seudónimo de Robert Velter) y luego los continuaron Franquin, Janry o Yoann, entre otros. André Franquin fue de los más dotados, tanto porque fue dibujante y guionista simultáneamente de las historietas como porque sus dibujos y guiones fueron de los mejores, francamente. André Franquin se hizo cargo de Spirou y Fantasio desde 1946 hasta 1969, años en los que crecieron muchísimo tanto en calidad como en número de lectores y dejó, sin duda alguna, las mejores historietas de estos personajes. Sin embargo, el propio Franquin se sentía como un mero continuador de la creación de Rob-Vel, a la vez que también tenía su talento como creador; de hecho hacia la primera mitad de los años sesenta del pasado siglo creó a Gastón el Gafe (Gaston Lagaffe, en francés) al cual quería dar más desarrollo. Tanto es así que en torno a 1968, André Franquin abandona a Spirou para centrarse en Gastón, aunque, sea dicho de paso, las aventuras que creó para este último fueron siempre más flojas que las de Spirou.
 El tomo que estoy reseñando incluye cuatro historietas del 61 al 67. La primera, QRN en Bretzelburg, sin duda la mejor de todas, sitúa a los protagonistas en un pequeño país centroeuropeo de aspecto germánico en el que se ha sustituido la monarquía por un gobierno dictatorial de los militares (el parecido con el Tercer Reich es innegable), y serán Spirou y Fantasio los encargados de devolver la paz y la democracia al pequeño territorio. Los Bravo Brothers es una historieta un tanto más floja que la anterior, que tiene como novedad la introducción de Gastón a la que antes hacía referencia. Los robinsones del raíl es, a mí me sorprendió mucho al verlo, no una historieta sino un serial escrito, que debió publicarse en varias veces, sustituyendo todos los dibujos por texto escrito, el cual, por cierto, tiene una calidad literaria aceptable, teniendo en cuenta que estaba destinado a niños y adolescentes. Por último, Un bebé en Champignac incluye otros personajes como Zorglub, villano reconvertido en héroe que será transfigurado en un bebé al cuidado del marqués de Champignac. En fin, cuatro aventuras (no las mejores, todo es cierto) de Spirou y Fantasio, un ejercicio de nostalgia para un tipo como yo.

sábado, 29 de marzo de 2025

"El barón Bagge", de Alexander Lernet-Holenia.

  Se dice que no debe juzgarse un libro por su portada, pero en realidad no debería juzgarse un libro hasta leer el punto final. Porque si no se corre el riesgo de lo que ha estado a punto de pasarme a mí con esta novela breve de Lernet-Holenia. Advierto a algún posible lector de este humilde blog que en las próximas líneas desvelaré y destriparé la novela en cuestión, si alguien piensa leerla, ya sabe...
 Me habían recomendado también a este autor que yo, en mi supina ignorancia, desconocía. Saqué este relato de la biblioteca con afán de ver si este tipo de aspecto desgarbado y aristocrático tenía algo que contar. De momento, tras haberlo leído, creo que seguiré indagando en su prosa, que sin ser brillante no es mala.
El barón Bagge es una novela sobre la guerra, concretamente la Primera Guerra Mundial, contienda en la que el propio Lernet-Holenia participó. En ella, contado en primera persona, el barón Bagge, a la sazón teniente del ejército austro-húngaro, se encuentra en un batallón que ha de enfrentarse a las fuerzas rusas en un territorio con nombres de resonancias magiares. En ese batallón, su comandante, el capitán Semler, parece un fanático en búsqueda desesperada de combate y medallas, mientras que el propio Bagge y otros dos oficiales optan por posturas más prudentes. Sea como fuere, no pueden desobedecer al capitán y se aprestan a buscar al enemigo. Al atravesar el río Ondava (afluente el Tisza, afluente a su vez del Danubio), en un desfiladero, caen lo que parecen ser unas piedras que alcanzan, aunque sin gran peligrosidad a la tropa y al propio barón (éste es un detalle importante, aunque no se entienda hasta el final de la novela). El batallón, no obstante sigue adelante y llega a una localidad de nombre húngaro, allí se acantonan, y, comienza el recuerdo del barón acerca de una familia que conoció en su infancia. Por ver si la encuentra, Bagge va en su busca, encontrándose, no sólo con esa familia, sino con la hija más joven de la misma, que se enamora de él. En apenas unos días, Bagge y la joven vivirán un tórrido romance y decidirán casarse antes de que el batallón tenga que reemprender la marcha. Así sucede todo, y el batallón comienza el rastreo del enemigo ruso. Los rusos aparecen. Se plantea la batalla. En medio de la refriega, el teniente es herido, recordando entre delirios cómo un par de soldados a su mando lo recogen del suelo y lo llevan a la retaguardia. Días después, Bagge despierta en un hospital, recuerda todo y todo se aclara. En realidad, cuando cruzaban el río Ondava, lo que creyeron que eran piedras que caían del desfiladero eran proyectiles de los rusos, que lo hirieron y, poco después, aniquilarían a todo el batallón, capitán y resto de oficiales incluidos. Bagge pudo ser puesto a salvo y llevado al hospital. Por tanto, toda la historia de la entrada en la ciudad húngara, la búsqueda de la familia que lo conocía, el romance con la hija más joven y su boda no fueron sino los delirios de la fiebre en el hospital. Poco después, ya recuperado, el teniente Bagge viaja a esa ciudad para conocer que la familia había sido asesinada, la joven incluida, años antes de aquel presente. 
 En esencia, ése es el argumento. Hasta casi el final de la novela, ésta es insatisfactoria, pues narra un momento de la Guerra del Catorce sin que parezca nada interesante: no es antibelicista, tampoco de corte nacionalista o patriotero, no tiene nada, en realidad. Pero he ahí ese extraordinario giro argumental que da sentido a todo lo anterior, que supone una grata sorpresa para este lector, que ya temía haberse equivocado con el autor. . Seguiré leyendo a Lernet-Holenia.

Decimotercer concierto de abono de la temporada 24-25 de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Obras de Martínez Burgos, Beethoven y Brahms.

  La OSCyL estuvo ayer conducida por el director cántabro Jaime Martín, mientras que el interprete solista fue el pianista polaco Piotr Anderszewski. 
 Para abrir boca (poco, la verdad) se interpretó la obra Liminalis del compositor madrileño Manuel Martínez Burgos. Esta obra fue ideada, al parecer, para septeto (contrabajo, chelo, viola, violín, clarinete, fagot y trompa), luego adaptado por el autor (un tipo de exactamente la misma edad de quien esto escribe) para orquesta de cámara de dieciocho intérpretes, y finalmente, encargo de la OSCyL, para una orquesta sinfónica completa. No quiero ser injusto, pero es una de las obras más anodinas que he escuchado. Entiendo que componer música culta en los zafios tiempos que corren, salvo que sea para bandas sonoras de películas, debe ser toda una heroicidad, pero hay muchas calidades. La obra de Martínez Burgos deja absolutamente indiferente, no es que esté mal, pero no se encuentra ni una sola melodía que sea memorable. Precisamente, dice la musicóloga Raquel Aller que "el compositor recurre a procedimientos de difuminación del sonido que crean un atmósfera sonora llena de magia"; yo, la verdad, no sentí la magia por ningún lado. Por otro lado, el propio autor asevera: "Liminalis explora esta idea de existencia en el umbral, de ambigüedad y desorientación"; sí, así me quedé yo, desorientado. En fin, no fui yo el único que quedó un tanto decepcionado, la ovación del respetable más parecía por obligación que por gusto, aun cuando el autor estaba en la sala y subió a saludar.
 Pero luego todo mejoró. Y es que con Beethoven y Brahms, un Martínez Burgos... En fin, las comparaciones son odiosas. De Beethoven se interpretó el Concierto para piano y orquesta nº1 en do mayor, opus 15, una pieza maravillosa de la cual el genial sordo no llegaba a estar plenamente orgulloso, según se dice. Pertenece este concierto al primer periodo del compositor de Bonn, aquél en el que las líneas clasicistas todavía se imponen, tanto en la forma, en este caso con los tres movimientos típicos del concierto; como en la melodía, con frases claras y equilibradas; y en la armonía, con una tonalidad plenamente concordante. Vamos, el abc de la música clásica. Y es, para el oyente con sensibilidad, una pequeña maravilla (digo pequeña para diferenciarla de las grandes maravillas sinfónicas del mismo autor, claro). El virtuosismo del pianista polaco, Piotr Anderszewski, encajó perfectamente con la obra, dándole al conjunto esa sensación tan agradable que permite al espectador "sentirse como en casa" con las amables melodías clasicistas.
 Pero tras el descanso esa armonía clasicista se rompe (tan solo un poco, respetando las normas del buen gusto, claro) con la Sinfonía nº2 en re mayor, opus 73 de Johannes Brahms. Sí, quizás lo que acabo de decir es un tanto exagerado, toda vez que Brahms, por mucho que sea un compositor claramente romántico, perteneció a ese grupo más conservador, más apegado a las normas clasicistas, y, por supuesto, fue un gran admirador de Beethoven. A diferencia, ya sabemos, de otros compositores románticos que rompieron el formalismo clasicista, como Liszt o el propio Wagner. De hecho, la Sinfonía nº2  de Brahms mantiene los cuatro movimientos clásicos, con el contraste rítmico marcado entre ellos. Eso así, se aprecia esa ruptura de formas, esas melodías más expresivas, los contrastes más dinámicos que ya son propios del Romanticismo musical. Lo que ocurre es que cuando un servidor piensa (y escucha) en sinfonías, no puede olvidar las nada menos que ciento seis sinfonías de Joseph Haydn o las nueve maravillas geniales de Beethoven, mientras que éstas de Brahms quedan un tanto desdibujadas. Lamentablemente, tendemos a escuchar las obras más señeras de cada compositor, algo humanamente comprensible, y en el caso de Johannes Brahms no podemos olvidar las Danzas húngaras o el Réquiem alemán, e incluso entre sus sinfonías son mucho más recordadas las Nº1 y Nº4, que la Nº2. De nuevo, la musicóloga Raquel Aller, en el programa de mano del concierto de anoche, afirmaba que "fue escrita entre los meses de junio y octubre de 1877, durante una estancia estival en Pörtschach am Wörthersee, a los pies de un bonito lago en los Alpes austríacos. Este entorno relajado y rodeado de un bello paisaje encaja perfectamente con la descripción que tradicionalmente se ha hecho de esta sinfonía, de la que se ha resaltado su carácter pastora, comparándola incluso con la Sexta sinfonía de Beethoven". Bueno, me parece un tanto desproporcionado comparar la Sinfonía nº2 de Brahms con la Sexta  de Beethoven, yo, en realidad, no he visto ese aspecto beneficioso de la naturaleza en la obra de Brahms, mientras que en la de Beethoven es evidente en todo momento. Hay que entender, eso sí, que siendo una sinfonía romántica tenga una expresividad mucho mayor que si fuera del periodo clásico, con lo que tendemos a buscar explicaciones que no siempre se ajustan a la realidad. En todo caso, la obra de Brahms y su excelente interpretación por la OSCyL, dirigida por Jaime Martín, dejó un más que exquisito sabor de boca en el Auditorio Miguel Delibes en el día de ayer.
 En fin, otro concierto más de la temporada de la OSCyL, con su calidad excelsa habitual. Ya más de dos terceras partes de la misma recorrida. Nos acercamos ya a la interpretación de la Sexta sinfonía de Beethoven (que será, D.M. el próximo día 12 de abril). ¡Qué ganas!