Es una verdadera pena sentir el terrible bajón de calidad que se ha producido en la producción literaria en los últimos decenios. Si comparamos la basura de Premios Planeta que se ha entregado en estos últimos tiempos (presentadoras, tertulianos y demás ágrafos con ínfulas de escritor) con autores como Lernet-Holenia y los excelsos autores de aquella Austria-Hungría finiquitada tras la Primera Guerra Mundial (Perutz, Werfel, Zweig, Roth, Von Horváth...) por no hablar ya de los victorianos (Dickens, Trollope, Hardy, Austen, Brönte, Thackeray...) el panorama actual es desalentador. Y lo más terrible de todo es que, mientras las librerías están atestadas de los bodrios de esos escritorzuelos recientes de tres al cuarto, los grandes autores no son reeditados y sus obras están descatalogadas. Eso me ha pasado precisamente con Lernet-Holenia, para leer al cual he tenido que recurrir a librerías de viejo a través del portal iberlibro.com. Porque también ocurre que en las propias bibliotecas, aun cuando estén tan bien surtidas como la Biblioteca de Castilla y León, tienen pocas obras y la mayoría ya en depósito. ¡Y pensar que buena pare de la población se idiotiza con esa narrativa actual! ¡Y ésos son los que leen! ¡Poco nos pasa! Cuando alguien introvertido, tímido y volcado en el disfrute intelectual de la alta literatura y la música culta echa un vistazo afuera, especialmente a la "clase gobernante", no siente sino una profunda vergüenza ajena y unas enormes ganas de no volver a salir más a "ese mundo".
En fin, vamos a lo nuestro: Las Dos Sicilias es, aparentemente, una novela policíaca, pero en realidad es una profunda reflexión metafísica sobre la vida, la muerte y la identidad personal. El nombre de la novela hace referencia al ficticio Regimiento de las Dos Sicilias, perteneciente al Imperio Austro-húngaro que ha sido destruido por completo en la Primera Guerra Mundial. Tanto es así, que sólo sobreviven un coronel, Rochonville, cinco oficiales y un suboficial. En una fiesta, en Viena, el coronel charla con un tal von Putendorf, quien comparte su pensamiento sobre la vida y la muerte, especialmente en el ámbito militar. Considera este ruso de origen alemán que el destino de todo soldado es la muerte en el campo de batalla, que todo lo demás es una anomalía sin sentido. La extraña charla no cae en el olvido, esa misma noche muere uno de los oficiales supervivientes del regimiento de las Dos Sicilias. En las semanas siguientes seguirán cayendo uno a uno el resto de militares.
Cada vez que se produce un deceso o una desaparición (pues uno de ellos, Fonseca, desaparece misteriosamente sin dejar rastro) hay la consecuente meditación acerca del significado de la vida y la muerte. En una de ellas, el coronel Rochonville reflexiona: "En el fondo, tal vez nunca debiéramos preguntar a nadie de dónde viene y adónde va, porque, ¿de dónde viene verdaderamente cada uno de nosotros? De la nada. ¿Y adónde va? Pues, igualmente, a la nada".
El encargado de investigar las muertes y desapariciones es el detective Gordon, quien al principio es presentado como un tipo romo y sin inteligencia, pero que, en las postrimerías de la novela, se revela como agudo y perspicaz, entrando el mismo en esas reflexiones metafísicas.
El resultado es una novela interesante en dos planos, uno superficial, el de la novela policíaca, que ya por sí solo merece la pena; y otro más elaborado y profundo, el de la consideración metafísica que da un interés añadido sin hacer la novela farragosa o pesada.
En fin, otra gran novela de un intelectual dedicado a pergeñar textos interesantes que enriquecen al lector en cada página. ¡Qué diferencia con lo actual!


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