lunes, 30 de junio de 2025

"La pitonisa y el idiota", de Jonas Jonasson.

  Sexta novela que leo del autor superventas sueco después de aquel bombazo editorial que supuso El abuelo que saltó por la ventana y se largó. Fuera de su lengua original no hay, de momento, más que estas seis obras, aunque parece que en sueco ya ha publicado dos más que, probablemente, se acaben editando también en otras lenguas europeas. Jonasson ha sido un tremendo éxito por sus novelas ligeras, sin pretensiones, de un humor con tintes absurdos y ritmo frenético. En una sociedad tan angustiada como la nuestra, siempre se ha necesitado humor, al menos para poder sobrellevar con cierta donosura esta existencia atemorizada. Entre las características del sueco está una prosa muy liviana, diría periodística (no en vano, Jonasson se ganó la vida hasta sus cuarenta y seis años como periodista en algunos de los principales periódicos del país escandinavo), que da un tempo apresurado propio de una película de acción; también personajes que son absolutos perdedores sociales y que, de repente, convierten sus vidas en objeto de admiración mundial al tratar con los grandes personajes políticos del momento (en esta novela tocan el presidente estadounidense Obama o el presidente de la ONU Ban Ki-moon). En general, es humor disparatado y acelerado que tiene una lectura fácil y amable, ideal para la época veraniega.
 El argumento general de La pitonisa y el idiota es, grosso modo, el siguiente: una astróloga, Petra, ha descubierto que en apenas unas semanas la atmósfera terrestre desaparecerá, bajando la temperatura en la superficie del planeta a -300 ºC, matando por tanto a toda la humanidad; nadie, claro está, cree en sus predicciones; la marginación social a la que está sometida la lleva a plantearse seriamente (e intentar) el suicidio. Por otro lado, Johan, un pequeño desastre, mofa y abuso de su hermano Fredrik es expulsado de su lujoso piso de Estocolmo por su maltratador pariente y dejado con una simple autocaravana por toda propiedad en el mundo. Estos dos completos perdedores conocerán a una "influencer" e "instagrammer" de setenta y cinco años, Agnes, que pasa por ser una veinteañera en internet, con su famosa página "Travelling Eklund", con la que consigue pingües beneficios. Este inverosímil trío viaja en la autocaravana hacia Roma para vengarse del hermano de Johan, donde por pura casualidad conocerán a Obama y a Ban Ki-moon. De allí, pasando por Zurich para conseguir dinero, al archipiélago de las Cóndores (evidente nombre de ficción para el archipiélago de las Comoras, situado entre África y Madagascar) donde tratarán con el corrupto presidente Aleko que se descubrirá como el padre biológico de Johan (giro argumental muy frecuente en Jonasson). De ahí a ser altos cargos del gobierno insular hasta comprar (con el dinero de una estafa en internet) la licencia para poder fabricar el famoso queso sueco Västerbotten en Estados Unidos, no queda más que seguir disparatando, para lo que el escritor sueco está, evidentemente, muy dotado. 
 En fin, si se está buscando una novela que lo alumbre a uno en este valle de lágrimas, evidentemente se está equivocado. Jonasson es un autor de entretenimiento ligero, nada más, y nada menos. En estos tiempos que corren no es malo abandonarse a ese entretenimiento sin aspiraciones intelectuales. Ya se sabe, hay que sobrevivir a la locura.

viernes, 27 de junio de 2025

Decimoctavo (y último) concierto de la temporada 24-25 de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Obras de Richard Strauss y Mahler.

  Ayer tuvimos el último concierto de la temporada de la OSCyL, una temporada aprobada con matrícula de honor... y otra temporada ya programada para poco más de tres meses. Y es que es motivo de orgullo y de satisfacción, como decía aquél, que una orquesta sinfónica de la categoría de la OSCyL haya elevado el tono cultural (no siempre tan alto como uno deseara) de la ciudad de Valladolid y de toda Castilla y León. Un auditorio de más de mil setecientas localidades, siempre ocupadas en su totalidad, refrenda el interés que la capital del Pisuerga tiene por la música culta. Pese a los negros augurios de la gentuza que copa política y medios de comunicación, la ciudadanía, al menos la élite de la misma, responde con entusiasmo una oferta cultural del  más alto nivel. No puedo ocultar mi deleite por ello, y lo hago de la forma más práctica, renovando cada año mi abono para la OSCyL. Desde este humilde blog quiero agradecer a todas las personas involucradas en que cada día se pueda llevar a cabo la interpretación de las mejores obras sinfónicas de todos los tiempos, muy en especial, claro, a los músicos de la orquesta, excelsos artistas, y a su director titular, Thierry Fischer, a su profundo conocimiento musical y a su capacidad de liderazgo.
 Así que, como colofón de la temporada, ayer se eligió a Richard Strauss y a Gustav Mahler. De Strauss sus Cuatro últimas canciones (Vier letze lieder) en las que el austriaco  musica cuatro poemas de Hermann Hesse y de Joseph von Eichendorff. La cantante escogida fue la soprano sueca Miah Persson, quien ya había actuado con anterioridad en el Miguel Delibes. Es ésta una obra que, aun siendo fácilmente entendible (los poemas están dedicados a la primavera, septiembre, al descanso y al crepúsculo; y las melodías románticas están en clara sintonía con los temas) ha podido quedar un tanto desfasada con respecto a los gustos contemporáneos. En todo caso, la sensibilidad del autor de Así habló Zaratustra o de Muerte y transfiguración transmite la belleza que percibieron los poetas ante la contemplación de la naturaleza. La soprano sueca lo ejecutó a la perfección, aunque, parece ser que es su costumbre, no se dignara a dar bis alguno.
 Y después del descanso, la obra grande, verdadera despedida de la temporada, la Sinfonía Nº5 de Mahler. Esta sinfonía, tanto por su duración (más de setenta minutos) como por su amplitud melódica y rítmica justificaría por sí sola el concierto. Mahler ha sido un genio de tardía aceptación por la mayoría de los melómanos. Sin duda, su condición de judío en una época en la que el antisemitismo crecía cada año en todos los ámbitos sociales, pero también su carácter apocado, pusilánime y melancólico, así como la complejidad de sus obras hizo que muchos admiradores de la música culta tardaran en comprender que su genio musical no se aleja mucho de los de Beethoven o Mozart. Con respecto a la calidad del compositor, si es verdad que las sinfonías de Mahler no tienen la variedad rítmica y melódica de las de Beethoven, o la genialidad "fraseística" de Mozart, pero no quedan muy lejos. La Quinta sinfonía de Mahler está estructurada en cinco movimientos, siendo el primero y el segundo la sucesión de marchas fúnebres; el tercero, un scherzo delicado y hasta cierto punto juguetón; y el quinto, Rondo-Finale un compendio de todas las melodías anteriores. Dejo el cuarto movimiento aparte porque es de una calidad tan sublime que es por sí solo una gran obra musical. El Adagietto de esta sinfonía es otra de esas encarnaciones de la melancolía que todo ser humano ha sentido alguna vez por muy bruto que se sea. La melancolía, ese sentimiento agridulce que incluye tristeza, claro, pero también añoranza, recuerdo grato vive en un pentagrama desde que el señor Gustav Mahler compuso esta sinfonía. No es de extrañar que este movimiento haya sido interpretado en numerosas ocasiones, también en películas, como si fuera una obra independiente, pues transmite ese sentimiento de aflicción nostálgica mejor que ninguna otra melodía.
 En fin, y así se cerró la temporada 24-25. Deseando volver al Miguel Delibes en octubre.

lunes, 23 de junio de 2025

"Noches blancas y otros relatos", de Fiódor Dostoyevski.

  En este pequeño volumen de Alianza editorial se incluyen tres relatos, dos de juventud (1848 y 49, cuando el autor contaba con menos de treinta años) y uno de madurez (1862,  con más de cuarenta años), que aunque parezca que no hay tanta distancia sí que la hay, sobre todo porque los dos primeros, Noches blancas y El pequeño héroe, son novelas de un romanticismo muy clásico, con un punto de ingenuidad muy común en los escritores de la época; mientras que Un episodio vergonzoso contiene ya la acerba crítica social tan característica del Dostoyevski maduro.
 Noches blancas podría haber sido escrita por un Larra o un Espronceda, en el sentido de que es un relato de un romanticismo casi infantil, en el que amores apasionados de jóvenes arrebatados no se materializan y provocan sentimientos de desesperación cuasi suicidas. En esencia el argumento es el que sigue: un joven se enamora de una chica a la que conoce accidentalmente. Ésta le dice que está enamorada de otro que no la corresponde, sino que rehúye su compañía. El mozo, a pesar de estar perdidamente enamorado de ella, urde un plan para que su pretendiente le dé el tratamiento que ella demanda. Tras varios tira y afloja, cuando ya parece claro que no hay nada que hacer, el joven alcahuete abre su corazón y le promete amor eterno. Sí, y en ese crucial momento, aparece el otro, ella se desembaraza de nuestro protagonista y se enlaza con el primero. En fin, una historia de amor propia más de quinceañeros que de personas maduras. Desde un punto de vista estilístico, ya se aprecia la asombrosa capacidad de descripción de personajes de Dostoyevski, el cambio de opinión, la evolución del pensamiento... El ruso es tan extraordinario en este sentido, que convierte al lector en confidente del personaje.
 El pequeño héroe es otro relato de sentimientos arrebatados. Aquí es un chico de once años que, con las hormonas ya empezando a desbocarse, se enamora de una dama, la cual juega públicamente con sus emociones. Espoleado por ello, el chaval comete una estupidez que acaba resultando una heroicidad, montar un caballo bravo que había desmontado ya a diestros jinetes.
 Pero en Un episodio vergonzoso, ya digo, está esa crítica social que denuncia la hipocresía, la falsedad y la mentalidad estrecha que es común a toda sociedad humana. Si los dos primeros relatos son demasiado ingenuos, éste es mucho más maduro, y, como digo, puede estar ambientado en la Rusia del XIX o en la España del XXI o en cualquier otro país y momento temporal. El argumento, grosso modo, es el que sigue: un alto funcionario ruso discute con sus iguales la gran ventaja que traerá la emancipación de los siervos recién aprobada, y cómo el humanitarismo para con los más desfavorecidos provocará avances nunca vistos en el gran país europeo. De camino a su casa, el funcionario topa con la boda de un subordinado. Éste es uno de los empleados de grado ínfimo, que cobran sueldos de miseria. En su melopea decide entrar a la celebración para confraternizar con los pobres. El impacto que su mera presencia provoca en los asistentes a la boda ya es en sí mismo perturbador, pero, además, como no se encuentra a gusto entre gente de tan bajo extracto social, empieza a beber sin medida. Como consecuencia, en seguida se encuentra tan indispuesto que la familia del subordinado tiene que suspender la boda y acostar al inesperado huésped, pero como son tan pobres, la única cama que tienen es la que debía servir como lecho nupcial, y a ella llevan al alto funcionario, mientras que los novios han de apañarse con un colchón malamente colocado sobre unas cuantas sillas. La idea de amistarse con su subordinado deviene, pues, en un desastre absoluto, arruinando por completo la boda. Es, claro, un reproche de la moralidad pequeñoburguesa que dominaba el siglo XIX, supongo que en tiempos comunistas el relato sería elogiado precisamente por ello, pero lo cierto es que el texto es atemporal, pues pone en solfa ese afán buenista que no es sino hipocresía disfrazada de progresismo.

sábado, 21 de junio de 2025

Solsticio de verano.

Imagen tomada de Wikimedia Commons
Monet, Claude (1874). L'Été (óleo sobre lienzo). Berlín: Alte Nationalgalerie.

domingo, 15 de junio de 2025

"Paraíso", de la "Divina comedia", de Dante Alighieri.

  Tercera y última parte de la obra del inmortal bardo italiano. Dante sigue adelante, primeramente con cuerpo mortal, en las últimas etapas ya como espíritu inmortal, acompañado de Beatriz, su amada, paradigma de la pureza y la espiritualidad. Virgilio ya no acompaña al florentino, pero, igual que en los otros dos libros, en cada canto se acompañan temporalmente de personas del pasado que habitan cada uno de los estratos. Naturalmente, las imágenes aquí pergeñadas son más amables, más entrañables que las bárbaras situaciones del infierno o incluso el purgatorio, son paisajes celestiales, ¡caramba!
 El Paraíso consta de treinta y tres cantos, que narran el paso de Dante por los diez cielos, cada uno de ellos referido a un astro del sistema solar, en el que se encuentran los distintos personajes, la mayor parte santos y beatos. Al final del libro, en los últimos cielos se encuentran los nueve círculos angélicos, que, como se puede ver en la ilustración que los de Austral incorporan, rodean a Dios; estos círculos angélicos están ordenados jerárquicamente, de menor a mayor importancia, por serafines, querubines, tronos, dominaciones, virtudes, potestades, principados, arcángeles y ángeles.
 Como dije en los otros dos libros, estoy leyendo la versión adaptada al castellano, con numerosas explicaciones y acotaciones, algo que facilita su lectura, que, al estar escrita en dialecto toscano (matriz del italiano moderno) sería de muy farragosa lectura. Sin embargo, he de añadir que en este tercer libro he usado mucho menos las explicaciones, ya que, si en el Infierno y el Purgatorio la referencia a contemporáneos de Dante, principalmente de la clase gobernante, eran muy numerosos, en el Paraíso, las referencias son a santos y beatos bien conocidos para aquellos que tenemos la fortuna de tener un nivel cultural alto, especialmente de cultura religiosa.
 La organización de los cielos es geocéntrica, claro, pues, aunque ya se había esbozado la posibilidad de que la Tierra no fuera el centro del sistema, no sería hasta Copérnico, en 1543, cuando se sustituiría un sistema por otro, y esta obra, ya se sabe, fue escrita entre 1313 y 1321. Así, los diez cielos son: cielo de la Luna, cielo de Mercurio, cielo de Venus, cielo del Sol, cielo de Marte, cielo de Júpiter, cielo de Saturno, cielo estrellado, cielo cristalino y cielo empírico. Entre los personajes que acompañan a Dante y Beatriz por su ascensión están san Francisco de Asís, san Bernardo de Claraval, santo Tomás de Aquino, san Pedro, san Juan y, por último, el propio Dios, convertido en uno más, algo que suena herético (quizá lo sea, sí), pero Dante así lo describe. Igual que en el Infierno y el Purgatorio era Virgilio el destinado a describir para Dante los terribles castigos y sufrimientos que soportaban los condenados, ahora es Beatriz quien describe las beatíficas escenas, aunque no duda en criticar (ella y también san Pedro) los excesos del papado y demás clérigos que se han alejado de la simple pureza del Evangelio para caer en el mundo materialista de siempre (que han abandonado el "camino estrecho" para abandonarse al "camino ancho", ¡vamos!).
 La lectura en el siglo XXI de esta obra escrita en el XIV es más liviana que la del Infierno y el Purgatorio, tal vez porque estos transmiten imágenes terroríficas, imágenes que el mejor grabador y estampador de todos los tiempos, Gustavo Doré (1832-1883) legó a la posteridad con una verosimilitud extraordinaria. Desgraciadamente, la edición de Austral que tengo es una económica edición de bolsillo, con lo que no tiene ninguna de esos estupendos grabados.
 En fin, el conjunto de la Divina comedia es una obra moralizante, en un sentido ortodoxamente cristiano y católico, claro, (quizá por esto un poco demodé en nuestros días, por desgracia) que tiene un valor enorme en cualquier época. Es mi opinión, ya sé que no comulgo con la mayoría de mi época, en todo caso, recomiendo fervientemente su lectura.

sábado, 14 de junio de 2025

Renovación del abono de temporada de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León.

 
 Otro año más, la renovación de los abonos de temporada para la OSCyL, esta vez, pues, para la temporada 25-26, temporada asaz interesante en la que, por ejemplo, la OSCyL va a acometer la loable tarea de interpretar las últimas tres sinfonías de Beethoven. Esperamos el resultado con ansia.
 Por cierto, entre el público que se agolpa en las taquillas del Auditorio Miguel Delibes para renovar el abono, en los primeros puestos de la fila, aparece un tipo con polo verde, pantalón corto, portando un libro en su mano derecha, que tiene toda la pinta de ser un ejemplo paradigmático del sensible, culto y entrañable melómano que puebla las salas del noble auditorio.

"Novel Definitions", by Grant Snider, (www.incidentalcomics.com).


 Image taken from the website www.incidentalcomics.com

Octogésimo cuarta edición de la Feria del libro de Madrid.


 Si hace unas semanas escribí sobre la feria del libro de Valladolid, ahora lo hago de la de Madrid, y en el mismo sentido. Quiero decir que siento que predomina el tema mercantil sobre el cultural, que las editoriales y librerías tienen que hacer su negocio, claro, y el resto es menos importante. Pues, en Madrid, como es lógico, cien veces lo que ocurre a orillas del Pisuerga. Con todo, también lo decía en la otra entrada, es necesario para nosotros, lectores, que ese negocio multimillonario subsista, obviamente. Y, además, siempre se encuentra uno con alguien interesante, como Alfredo Lara, de la editorial Valdemar, con quien pegar la hebra un rato.

lunes, 9 de junio de 2025

"El conde Luna", de Alexander Lernet-Holenia".

  Segunda novela de Lernet-Holenia que leo, muy semejante a la anterior en cuanto a la estructura y el origen de la narración. El barón Bagge era, en principio, un anodino relato bélico, que bien podría haber vivido el propio autor en la Primera Guerra Mundial, hasta que, al final, se descubre que todo lo narrado no ha sido sino producto de los desvaríos de la fiebre, que, en realidad, nada ocurrió. Lo cierto es que está muy bien pergeñado, el lector no se da cuenta hasta el final. Bueno, pues en El conde Luna también la percepción tergiversada de la realidad tiene mucho que ver. Si en la primera novela todo era producto de la enfermedad, en la segunda también hay una deformación cognitiva de la realidad. Leyendo alguna reseña de otros lectores, varios habían calificado a El conde Luna  de novela fantástica, pero no estoy totalmente de acuerdo. No, creo que esta narración tiene más de onírico (en el sentido "pesadillesco") que de fantástico. Y es que parece que Lernet-Holenia estaba muy interesado por la distintas formas de percepción, hasta el punto de hacer pequeñas digresiones filosóficas en sus novelas sobre qué significa la vida y las distintas experiencias vitales (físicas, racionales, espirituales...). Hasta cierto punto se puede afirmar que El conde Luna es una reflexión sobre la realidad, sobre la vida y la muerte, sobre la identidad personal y colectiva, sobre el sentimiento de culpa y los remordimientos...
 El conde Luna cuenta la vida de un tal Jessiersky, comenzando por sus orígenes familiares, parece que más polacos que alemanes, pero que consiguen hacerse pasar por nobles teutones y, con el paso de las generaciones, conseguir una posición de prestigio social. En la vida del protagonista, la riqueza proviene de la posesión de una importante empresa de transportes internacionales. Precisamente, por los intereses de esta empresa, sus directores presionan a un tal Luna para conseguir unos terrenos aledaños a la fábrica principal, terrenos que su propietario no quiere enajenar de modo alguno. Como están en tiempos salvajes (los del Tercer Reich antes de la guerra) deciden denunciarle a las autoridades como enemigo del Reich, lo cual supone su deportación al campo de concentración de Mauthausen. Después de la guerra, Jessiersky no puede soportar el sentimiento de culpa por haber enviado al matadero a un inocente, por lo que comienza una búsqueda del tal Luna. Pero esa búsqueda no es lógica y racional, sino desquiciada y obsesiva; tanto que comienza por la búsqueda de los antepasados del tal Luna, ligándolo a Álvaro de Luna, condestable de Castilla que fuera ejecutado en 1453 en Valladolid. La búsqueda del Luna actual lo lleva a asesinar incluso a dos pobres desgraciados a los que confunde con él. Cada cambio, cada giro para seguir buscando a Luna (lo ve en todas partes) supone una reflexión enloquecida sobre un hecho natural o una localidad. Así, por ejemplo, liga el nombre de su supuesto enemigo al satélite terrestre y su influencia sobre las mareas y los animales, atribuyéndole poderes sobrehumanos; también divaga sin sentido sobre las ciudades que habita y sus lugares más conocidos, como en Roma, donde empieza y acaba la novela, concretamente en las catacumbas. Finalmente, en esas catacumbas romanas, Jessiersky encontrará quien lo saque y lo lleve a una finca familiar en la que se encontrará con su padre y otros familiares fallecidos hace mucho, lo cual le hace comprender que él mismo está ya muerto.
 En fin, como ya digo, tiene características propias de una pesadilla, hasta el punto que se puede apreciar una influencia kafkiana, al menos kafkiano es el final, desde luego. Con todo, Lernet-Holenia lo narra con elegancia, sin agobios, y se puede leer la novela con bastante facilidad, sin llegar a sentir la opresión que se siente al leer a Kafka.

domingo, 8 de junio de 2025

Decimoséptimo (y penúltimo) concierto de abono de la temporada 24-25 de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Obras de Ravel, Chaikovski y Músorgski.

  Anoche, la OSCyL estuvo dirigida por su batuta habitual, Thierry Fischer, mientras que la solista invitada fue la violinista rusa Alina Ibragimova. Doblemente tuvimos a Maurice Ravel, pues, además de sus Valses nobles y sentimentales, escuchamos la versión orquestada por el compositor francés de Cuadros de una exposición de Músorgski (la más habitualmente representada, grabada y escuchada); y para "rellenar" nada menos que el Concierto para violín y orquesta, opus 35 de Chaikovski.
 Maurice Ravel ha pasado a la gloria musical por una obra tan apabullantemente rítmica como el Bolero; otras con una sensibilidad exquisitamente delicada, como la Pavana para una infanta difunta; o la compleja Daphnis y Chloé. Pero también como arreglista para grandes obras ajenas, especialmente orquestando piezas para piano, como la última representada hoy, Cuadros de una exposición. Lo cierto es que de las obras compuestas o arregladas por Ravel, las más representadas, mundialmente hablando, son, precisamente su Bolero y Cuadros de una exposición de Músorgski. No es frecuente que un compositor tan talentoso como Ravel sea también un gran arreglista y orquestador (sí, existe esta palabra, acabo de buscarla en el diccionario de la RAE), y quizás se explique porque una mente tan creativa como la suya no podía dejar de escuchar una gran pieza de otro compositor sin aportar su mejora. De hecho, obras como la escuchada hoy en primer lugar, Valses nobles y sentimentales, aunque sea totalmente suya, está inspirada en los valses de Franz Schubert, tomando alguna referencia reconocible, pero aportando la luminosidad tan impresionista que aportaba Ravel.
 De Chaikovski, ¡qué decir! Cualquier obra menor está al nivel de las obras maestras de muchos. El Concierto para violín y orquesta en re mayor, opus 35 que hemos escuchado hoy podría ser una obra menor del genial y atribulado compositor ruso, quizá no alcance la fama de obras como El cascanueces, El lago de los cisnes, Eugenio Oneguin, la Obertura 1812, Romeo y Julieta o su Sexta sinfonía (patética), pero igualmente, los solos de violín son reconocibles por la inmensa mayoría de los melómanos, ya que son considerados como de extrema dificultad para el solista. Ayer, Alina Ibragimova cumplió sobradamente con esas exigencias, deleitando al público con su maestría, aunque no lo suficiente para interpretar un simple bis. Una cosa que voy descubriendo de Chaikovski es su tendencia a componer un penúltimo movimiento como clímax, con un poderoso tutti  que acaba en un tremendo "chimpún" (perdón por la vulgaridad, pero así se entiende mejor), este movimiento podría muy bien ser el punto final, la guinda a la obra, pero no. Chaikovski incluye un último movimiento, más lento, que supone una suerte de anticlímax. Esto es observable en muy claramente en la Sinfonía patética, pero también en este Concierto para violín y orquesta, opus 35. Esto provoca, como mal menor, que en las salas de conciertos los oyentes no avisados prorrumpan en un caluroso aplauso antes de tiempo, cuando acaba el penúltimo movimiento, para luego, avergonzados, callar y esperar a que acabe la obra. En fin, peculiaridades de un genio como Chaikovski.
 La obra de Chaikovski estaba al nivel de Cuadros de una exposición, más o menos, según gustos, por lo que aquello del "plato principal" que suelo decir en otros conciertos no estaba tan claro. Volviendo a Ravel, su orquestación de la obra de Músorgski sólo se puede considerar como un gran éxito, prueba de ello es que casi nunca se represente la versión pianística que compuso originalmente el ruso. Mientras estoy escribiendo esto, estoy escuchando precisamente la versión original, y tengo sentimientos encontrados. Por un lado creo que la versión de Músorsgki es suficientemente buena, que merece ser interpretada más a menudo, que tiene una belleza semejante a muchas obras de Debussy o incluso de Satie; pero, por otro lado, la orquestación de Ravel es muy respetuosa con el original para piano, añadiendo la fuerza irrefrenable de la orquesta sinfónica. No sé, se me ocurre que se podría interpretar en un mismo concierto las dos versiones, aunque fuera como experimento cultural. Ya de la obra en sí, sabemos que Modest Músorgski la compuso como respuesta a la inspiración que le provocaba la contemplación de los cuadros de su amigo el pintor Viktor Hartmann, concretamente diez cuadros, enlazados por un "paseo" (Promenade) entre uno y otro. Son, pues, verdaderos poemas sinfónicos que ponen música a imágenes pictóricas, y lo hacen tan bien, que uno puede imaginarse los cuadros sin verlos, imaginándose, por ejemplo, El viejo castillo, con su majestuosidad; El mercado de Limoges, con su trajín; los dos judíos, el opulento rico, Samuel Goldenberg, y el pedigüeño Schmuÿle; o la esplendorosa Gran puerta de Kiev.

viernes, 6 de junio de 2025

"Veinticuatro horas en la vida de una mujer", de Stefan Zweig.

  Después de haber leído tanto de Stefan Zweig (todo lo que se ha traducido al español, incluidos cartas y artículos periodísticos) acabo por volver a la prosa del vienés como quien vuelve al hogar, con sus rincones conocidos y queridos. La genialidad de Zweig, su asombrosa capacidad de descripción de sentimientos y razonamientos lo elevan a una categoría que muy pocos autores han alcanzado. Da igual si es una novela larga o un breve relato, la maestría del austriaco deslumbra siempre. Todo eso he sentido al leer arrobado Veinticuatro horas en la vida de una mujer, una supuesta obra menor de Zweig, pero que es una lección viva sobre cómo crear personajes redondos, haciendo que el lector los vaya descubriendo poco a poco, conociendo sus intimidades, sus sentimientos más profundos de una forma gradual. Es muy difícil crear personajes tan verosímiles, tan bien formados, tan creíbles como los que pergeña Zweig.
 La ambientación es en un hotel de lujo en Montecarlo, entre burgueses y aristócratas, como es habitual en este autor. Y el argumento, grosso modo, es el siguiente: En ese hotel de lujo, los huéspedes se relacionan con toda la superficialidad e hipocresía social que se supone, se tratan con deferencia en la mesa pero se despellejan por la espalda. Así, critican acerbamente lo que parece ser la infidelidad de una mujer casada, a la que poco antes adulaban. Todos la censuran menos el narrador, que defiende la presunción de inocencia. Esta actitud lleva a una de las clientas del hotel a abrir su cajón de los recuerdos al escritor, contándole una aventura que vivió veinte años ha, con unas circunstancias relativamente semejantes a la actual. La señora en cuestión (presentada como anciana a sus sesenta y siete años, ¡cómo cambia la vida!) le cuenta al narrador cómo conoció a un joven que, enviciado por el juego, perdió todo su dinero, contrajo numerosas deudas, e incluso llegó a robar a familiares para apostar. Ella, ya mujer madura en la época, se apiada del joven, llegando a pasar con él una noche de pasión. Sin hacerse ilusiones, la mujer se propone "salvar" al joven, alejándole del juego, vendiendo unas viejas joyas familiares para pagar sus deudas y haciéndole prometer en una iglesia que no volverá a apostar. Por supuesto, todo se trunca y el chico vuelve a las andanzas. Ella, desilusionada y rota, queda en evidencia ante su familia y amigos, huyendo a su país para tratar de olvidar.
 Bueno, pero el argumento, una vez más, es lo de menos. Lo más importante es cómo lo narra Zweig, cómo da voz a esa mujer para que muestre la evolución de sus sentimientos, cómo describe los vaivenes y zozobras de la protagonista. Es imposible detallar ahora, es necesario leer esta novela breve para comprender en toda su profundidad la genialidad literaria de Stefan Zweig. Ya digo, un verdadero paradigma de la más alta calidad narrativa.

miércoles, 4 de junio de 2025

"De noche, bajo el puente de piedra", de Leo Perutz.

  Me congratulo por poder encontrar, a mis cincuenta y cuatro años, más de cuarenta de ávido lector, con casi dos mil libros en mi casa entre todos los géneros literarios (sobre todo narrativa, pero también poesía, teatro, ensayo y didáctica), con un afán de buscar (quizá por lo perdido que me encuentro en esta zafia sociedad)... me congratulo, digo, por encontrar autores y obras que me sorprenden, entusiasman y enardecen como cuando era un adolescente. Esos "descubrimientos" suponen una nueva razón para que mi maltratado intelecto siga estimulado y mi dañado corazón siga latiendo. De estos últimos, Leo Perutz, del cual había oído hablar a ciertos amigos "letraheridos" como un servidor, pero siempre en relación con otros autores con los que no encuentro gran parecido. Así, se relaciona (parece que incluso eran amigos) con Ödön von Horváth  y Alexander Lernet-Holenia. Pero, habiendo leído (y admirado) a estos dos, las diferencias son notables. Von Horváth, al menos en su narrativa, no sé en su teatro, muy abundante, tiene un estilo rapidísimo, casi telegráfico, mientras que sus temas tienen que ver con la guerra, la animalización del hombre por los nacionalismos y la violencia del presente; quizá la prosa de Lernet-Holenia sea más semejante a la de Perutz, aunque los temas también son distintos.
 Si he de comparar el estilo de Perutz con algún gran autor lo haré con Isaac Bashevis Singer, pero aclarando que de ser alguno el maestro de otro, lo será Perutz de Singer, pues le sacaba casi veinte años al Premio Nobel de 1978. Al igual que Singer, la prosa de Perutz es lenta, despaciosa, flemática, regodeándose en las descripciones tanto de los personajes como de sus acciones, sin que la narración de hechos quede perjudicada. Por otro lado, parece que los temas de ambos, al menos por esta novela de Perutz, tienen cierta semejanza, pues narran las relaciones complejas, interesantes y variables de las comunidades judías en Europa central y del Este en tiempos pasados. La mayor modernidad de Singer se  muestra en la inclusión de relaciones amorosas y sexuales, narradas con pelos y señales, que aportaron el morbo suficiente para que sus novelas fueran éxitos inmediatos, aunque se publicaran por entregas en revistas escritas en yidis. Perutz, a diferencia de Singer, no escribía en yidis sino en alemán, y tuvo menos éxito como escritor, aunque tuvo otras faceta importante en su vida como matemático, aparentemente sin titulación universitaria.
 De noche, bajo el puente de piedra, son catorce relatos más un epílogo, todos ambientados en Praga, durante el imperio de Rodolfo II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, sobrino de Felipe II, gran bastión del catolicismo, lo cual no era óbice para que se interesara sobremanera por la alquimia y la hechicería. Los relatos no son consecutivos cronológicamente, saltan anárquicamente desde la muerte de su padre, Maximiliano II, allá por 1576, hasta los que están ambientados tras la muerte de Rodolfo, en 1612. En esos treinta y tantos años se incluyen personajes reales como Johannes Kepler, el astrofísico que luchó contra la concepción geocéntrica en favor del heliocentrismo que se impuso definitivamente; Alberto de Wallenstein, caudillo militar y gran líder en la Guerra de los Treinta Años en el bando católico; o Mordecai Meisl, rico usurero judío de Praga que llegó a endeudar notablemente a toda la nobleza bohemia, emperador incluido. Perutz los mezcla con algunos personajes inventados para dar más verosimilitud a sus relatos, hacerlos más dinámicos, que no queden como mera novela histórica, sino como una fabulación sobre hechos y personajes reales. El resultado es de una brillantez pasmosa, que lo deja a uno entusiasmado leyendo las ocurrentes aventuras de unos personajes ya de por sí harto estrambóticos.
 Ya digo, el parecido entre Isaac Bashevis Singer y Leo Perutz es evidente, tanto en su forma como en las temáticas, algo que me no me esperaba descubrir a estas alturas, la verdad. El hecho de no recibir el Nobel  ha privado, me temo, a los lectores de reediciones regulares, del todo merecidas; de hecho, la mayor parte de la obra de Perutz está descatalogada y, en las bibliotecas, ya están en depósito. Con todo, buscaré en un futuro próximo, D.M., las pocas obras que de este gran escritor estén traducidas al español.

domingo, 1 de junio de 2025

Quincuagésima octava edición de la Feria del Libro de Valladolid.

 

 En la mejor localización posible, en la Plaza Mayor,  se celebra la edición número cincuenta y ocho de la Feria del Libro, con poco más de cincuenta casetas, entre librerías, editoriales y promotores institucionales. Este año el país invitado es Perú, y la figura del recientemente fallecido Nobel, Vargas Llosa será recordada. Es poco comparada con otras ferias del libro de ciudades más grandes, pero sí se puede considerar un impulso cultural para nada desdeñable en esta ciudad, además de un escaparate comercial, claro. Una excusa para echar un rato en la mañana rebuscando entre libros.